Mons. Héctor Aguer, Arzobispo Emérito de La Plata (Argentina) señaló las que consideró “rarezas eclesiásticas” en la renuncia de uno de sus sucesores el pasado 27 de mayo, Mons. Gabriel Mestre, tras servir 8 meses y medio en el cargo.
“El pontificado de Francisco está lleno de rarezas. En esta nota llamaré la atención sobre una de ellas. Monseñor Gabriel Mestre fue Obispo de Mar del Plata, promovido luego al Arzobispado Metropolitano de La Plata, donde duró ocho meses y medio”, indicó el prelado de 81 años, en un artículo titulado “Rarezas eclesiásticas”.
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Sobre la renuncia de Mestre, Mons. Aguer resaltó que desde el Vaticano sólo se informó que el Papa Francisco la había aceptado y que “no se dieron más detalles. La verdad es que el Papa le pidió la renuncia; dicho groseramente: lo echó”.
En opinión de Mons. Aguer, “esta noticia causó pena a los sacerdotes platenses, que habían sobrellevado con paciencia el quinquenio de Víctor Manuel Fernández, amigo del Papa, ahora Cardenal y que ocupa el sitio que durante muchos años ejerció el eximio teólogo Joseph Ratzinger, luego Benedicto XVI”, es decir el de prefecto de la Congregación –hoy Dicasterio– para la Doctrina de la Fe en el Vaticano.
“En poco más de ocho meses, Mestre se perfilaba como un Arzobispo que iba a emprender lo que Fernández no hizo. Sé de lo que hablo: durante dos décadas fui Arzobispo de La Plata. La mirada que arrojo sobre el caso, no es solamente eclesiástica, sino también política”, prosiguió Mons. Aguer.
El arzobispo emérito se refirió luego a “la rareza” que “ha victimizado” a Mons. Mestre, citando la carta de este último el día de su renuncia: “Después de confrontar algunas percepciones distintas con lo acontecido en la Diócesis de Mar del Plata desde noviembre de 2023 hasta la actualidad, el Papa Francisco me pidió la renuncia a la sede platense”, lo que hizo “con profunda paz y total rectitud de conciencia ante Dios”.
Tras la salida de Mestre de la diócesis de Mar de Plata en 2023, renunciaron en menos de tres meses dos obispos nombrados para el cargo que, además, no llegaron a asumirlo: Mons. José María Baliña, quien señaló problemas de salud; y Mons. Gustavo Larrazábal, Obispo Auxiliar de San Juan de Cuyo, quien fue acusado de acoso y abuso de poder; ante lo cual recibió el respaldo de la Nunciatura Apostólica en Argentina, que indicó que las acusaciones eran rumores “que no tienen fundamento”.
Para Mons. Aguer, en la renuncia de Mons. Mestre en La Plata “lo extraño o raro es que al parecer se lo separa del Arzobispado por lo sucedido en Mar del Plata cuando Mestre era el Obispo. ¿Se equivocaron, entonces, al promoverlo?”.
“El disimulo romano, que tiene hondas raíces, ahora suma los hábitos jesuíticos. Esta falsa discreción da lugar a la sospecha apresurada, que por lo general tiene dos materias: problemas financieros o sexuales”, continuó.
“Me gustaría saber si el Cardenal Fernández, que como dije es amigo del Pontífice, ha tenido algo que ver en este asunto disparatado”, señaló Mons. Aguer, quien lamentó luego que “Roma se ha argentinizado, para desgracia de los argentinos, y ofusca la libertad, que es un don de Dios”.
“Los sacerdotes y los demás fieles de La Plata merecen una explicación”, subraya Mons. Aguer.
En la parte final de su artículo, el arzobispo emérito recuerda que “Mestre es obispo desde 2017; biblista y profesor, bien preparado para la tarea Providencial en que la mitra lleva por dentro un corona de espinas. Hubiera sido un gran Arzobispo”.
“Hago notar que su lema episcopal reza ‘Jesucristo es nuestra Paz’. Nos ha dado un buen ejemplo al aceptar en paz la arbitrariedad. Pero los autores de las rarezas no creo que puedan disfrutar de esa Paz”, concluye el Arzobispo Emérito de La Plata.