En la Misa y procesión eucarística que se celebraron en Roma este domingo 2 de junio, solemnidad del Corpus Christi, el Papa Francisco explicó que cuando Jesús toma y bendice el pan y el vino; ofrece un gesto que permite meditar en “las tres dimensiones del Misterio que estamos celebrando: la acción de gracias, la memoria y la presencia”.

1. La acción de gracias

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En su homilía de hoy, el Santo Padre recordó que “la palabra ‘Eucaristía’ significa precisamente decir ‘gracias´’, agradecer’ a Dios por sus dones, y en este sentido el signo del pan es importante.

“Es el alimento de cada día, con el que llevamos al altar todo lo que somos y lo que tenemos: la vida, las acciones, los éxitos, y también los fracasos, como lo simboliza la buena costumbre en algunas culturas al recoger y al besar el pan cuando cae al piso, para recordar que este es demasiado valioso como para ser desechado, aun después de haber caído al suelo”.

La Eucaristía, precisamente, “nos enseña a bendecir, a recibir y a besar, siempre, en acción de gracias, los dones de Dios, y esto no sólo en la celebración, sino también en la vida”.

El Papa Francisco explicó que esto se puede hacer “no desperdiciando las cosas y los talentos que el Señor nos ha dado. Pero también perdonando y levantando al que se equivoca y cae por debilidad o por error; porque todo es don y nada se puede perder, porque nadie puede quedarse tirado, y todos deben tener la posibilidad de volver a levantarse y retomar el camino”.

2. Hacer memoria

“Primero dar gracias, segundo bendecir el pan. Esto quiere decir hacer memoria” de “la Pascua de Cristo, su Pasión y su Resurrección, con la que nos ha liberado del pecado y de la muerte”.

“Hacer memoria de nuestra vida, hacer memoria de nuestros éxitos, hacer memoria de nuestros fracasos, hacer memoria de esa mano extendida del Señor que siempre nos ayuda a levantarnos, hacer memoria de esa presencia del Señor en nuestra vida”, resaltó.

3. Presencia real de Cristo en la Eucaristía

“El Pan eucarístico es presencia real de Cristo. Y con esto nos habla de un Dios que no es lejano ni celoso, sino cercano y solidario con el hombre; que no nos abandona, sino que nos busca, nos espera y nos acompaña; siempre, hasta el extremo de ponerse, indefenso, en nuestras manos”, explicó el Papa Francisco.

“Y esta presencia suya nos invita también a nosotros a hacernos próximos a nuestros hermanos allí donde el amor nos llama”, agregó.

“Es urgente que el mundo recupere la fragancia buena y fresca del pan del amor, para seguir esperando y continuar reconstruyendo, sin cansarse nunca, aquello que el odio destruye”, resaltó el Papa.

La procesión eucarística del Corpus Christi 2024 en Roma

Al concluir su homilía, el Papa Francisco explicó que la procesión eucarística no se hace “para exhibirnos, ni tampoco para ostentar nuestra fe, sino para invitar a todos a participar en el Pan de la Eucaristía, en la vida nueva que Jesús nos ha donado. Hagamos la procesión con este espíritu”.

Tras la Misa, se inició la procesión eucarística entre la Basílica de San Juan de Letrán, la Catedral de Roma, hasta la Basílica de Santa María Mayor, a través de la Vía Merulana.

Es la primera vez, desde 2017, que este evento se realiza nuevamente en esta ruta. Después se hizo en otras ubicaciones de Roma, así como en el Vaticano durante la pandemia, con medidas muy estrictas.

En los años 2022 y 2023 no se pudo efectuar a causa de los problemas de salud del Pontífice. De hecho, en 2023, el Papa Francisco estuvo internado en el hospital Gemelli.

El Santo Padre no hizo la procesión; sino que se dirigió aparte hacia la basílica mariana, el lugar donde suele rezar antes y después de cada uno de sus viajes internacionales, ante la imagen de la Salus populi romani.

Al llegar a Santa María la Mayor tras hora y media de procesión aproximadamente, Mons. Baldassarae Reina, quien portaba la Eucaristía, colocó la Custodia Eucarística en al altar que se colocó en el atrio de la basílica.

Se rezó luego el canto eucarístico del Tantum ergo y el Papa Francisco impartió la bendición a todos los presentes, tras lo cual se rezaron las letanías, para después reservar el Santísimo Sacramento, con lo que concluyó la procesión eucarístico.