Con motivo de la memoria litúrgica de Santa Juana de Arco, es provechoso recordar las palabras que el Papa Benedicto XV pronunciara sobre ella, el 16 de mayo de 1920, con motivo de su canonización.
Benedicto XV diría de la Doncella de Orleans que “su inocencia, su fe, su santidad y su obediencia a la voluntad de Dios —por cuya observancia lo soportó todo, hasta una muerte cruel e injusta—” es un ejemplo para todos los hombres.
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La bula Divina disponente proclamaría la santidad de la joven francesa, quemada en la hoguera a los 19 años, el 30 de mayo de 1431, después de un polémico juicio a manos de un tribunal eclesiástico (aunque su condena fue impulsada por motivos políticos), en el marco de la guerra de los Cien Años, que enfrentó a los reinos de Francia e Inglaterra.
Juana cumplió siempre su deber a cabalidad, expresó Benedicto XV, especialmente ante Dios, “hasta el punto de que atraía la admiración de todos”. Incluso la admiración de su párroco, quien llegaría a afirmar de la santa que “nunca había visto, ni tenido en su parroquia, una mejor que ella”.
Desde muy niña acostumbró a recibir muy a menudo los sacramentos, observaba los ayunos y asistía a Misa diariamente. Los días de fiesta, se lee en la bula, en lugar de descansar como las niñas de su edad, iba a la iglesia a ofrecer velas a la Santísima Virgen.
“También se sentía transportada por un amor tan grande a Dios y al culto que se le debe, que al atardecer, incluso cuando estaba en el campo, en cuanto oía la campana de la iglesia, doblaba las rodillas y elevaba su mente a Dios”, indicó Benedicto XV.
Hasta el último momento de su vida, después de haber luchado valientemente por la liberación de Francia, Juana aceptó siembre de buena gana los sufrimientos y los padecimientos, ofreciéndolos al Señor con mucha devoción:
“Ella entendió claramente que la muerte le era dada por causa de su misión y, encomendándose con todas sus fuerzas no sólo a la Santísima Virgen María, sino al Beato Arcángel Miguel, a la Beata Catalina y a todos los Santos, hasta el último momento de su vida. ella declaró que todo lo había hecho por voluntad de Dios”, manifestó el Papa.
Benedicto XVI también destacó las virtudes de Juana de Arco
Al igual que su predecesor, el Papa Benedicto XVI también fue un gran defensor de la santidad y el heroísmo de Santa Juana de Arco.
En 2011, durante una audiencia general en el Aula Pablo VI, expresó que la joven francesa es “un hermoso ejemplo de santidad para los laicos comprometidos en la vida política, sobre todo en las situaciones más difíciles”.
Además, el Papa alemán también resaltó la vida de oración de la Doncella de Orleans, afirmando que su testimonio “nos invita a una medida alta de la vida cristiana: hacer de la oración el hilo conductor de nuestras jornadas”.
Juana enseña a “tener plena confianza al cumplir la voluntad de Dios, cualquiera que sea; vivir la caridad sin favoritismos, sin límites y sacando, como ella, del amor a Jesús un profundo amor a la Iglesia”, concluyó.