La pequeña habitación de Belén en el hospital madrileño de Ramón y Cajal es uno de esos lugares especiales llenos de paz que transforma a todo aquel que tiene la fortuna de entrar y ser testigo de la grandeza de Dios.
Desde la cama y sin apenas poder moverse debido a una lesión medular, pero sin perder ni un instante su sonrisa, Belén Domínguez —de 31 años recién cumplidos— , cuenta a ACI Prensa cómo su fe le permite afrontar con paz y alegría el cáncer que padece desde hace casi un año.
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“Esto es para mí, el Señor me lo ha mandado para algo”
El verano del año pasado, tras diversas pruebas debido a un fuerte dolor en el cuello, los médicos diagnosticaron a Belén un tumor intramedular. Esto supuso para la joven un duro y repentino golpe, que sin embargo supo afrontar con serenidad desde el inicio.
“He tenido la tentación de preguntar: ¿por qué a mí?, pero nunca lo he hecho. Desde el primer momento lo he aceptado, siempre he dicho que esto es para mí, que esto me lo ha mandado Él para algo”, comparte.
Pocos días después de recibir el diagnóstico, Belén tuvo que ser intervenida de urgencia. “Me dijeron que tras la operación me podía quedar tetrapléjica, que podía afectar a la respiración, que me podía morir o pasar cualquier cosa. Pero desde que me dieron la Unción de Enfermos, antes de entrar en quirófano, he tenido mucha paz, Dios me ha dado fortaleza”.
A pesar de haber perdido movilidad y sensibilidad, afirma que lo que no ha perdido nunca es la confianza, “incluso cuando pasados unos meses los oncólogos me dijeron que ya no había nada más que hacer y que ya me iba a paliativos”, recuerda.
Sin embargo, para sorpresa de Belén y su familia, después de haberse puesto en manos de Dios y rezar para dar con una alternativa, pronto encontraron para ella un tratamiento, que ahora combina con la inmunoterapia.
Un mensaje de esperanza
Cada día, desde aquel rincón repleto de estampas de santos e imágenes de la Virgen —a quien ha prometido rezar un Rosario cada día—, la joven sevillana saca la fuerza necesaria para transmitir con humildad un mensaje de esperanza a los más de cien mil seguidores que tiene en su cuenta de Instagram.
“Él me lo ha mandado para hacer mejores a los demás, y creo que mi papel aquí, a día de hoy, es evangelizar y dar ejemplo de mi fe. Yo soy un mero instrumento”, remarca.
Además, cuenta que “hay muchísima gente que me escribe cartas y agradece que le esté ayudando a fortalecer su fe. Yo sé que el Señor está aquí presente conmigo y Él me lo está dando por algo”.
“Los planes de Dios son perfectos”
A pesar de las dificultades, revela que Dios le manda pequeños regalos y señales cada día, y asegura que se siente inmensamente afortunada por poder transmitir su fe a los demás.
También agradece cada día el poder tener a su familia a su lado, a sus amigos, y especialmente a Emilio, con quien tenía planeado casarse este mes de mayo.
“No ha podido ser, pero Dios ha querido que estemos más unidos que nunca”, cuenta emocionada al hablar de su compañero de vida, su “alegría y gasolina”, quien le sonríe con admiración desde una esquina de la habitación.
“Aunque nuestros planes han cambiado, hemos descubierto que los planes de Dios son perfectos y que tengo que estar aquí por algo”, asiente.
“Comulgar es mi mejor medicina”
Lo primero que Belén hace al despertar es recibir la sagrada comunión durante la visita del capellán del hospital, con quien ha forjado una especial amistad. “Realmente es lo que más feliz me hace porque es mi mejor medicina. Empiezo el día feliz, con muchísimo gozo. Me despierto y ya estoy contenta”.
Belén cuenta a ACI Prensa que antes “tenía una fe bastante ‘normalita’, por así decirlo”, pero ahora —afirma— , Cristo es lo primordial en su vida: “Gracias a Él tengo todo lo demás, Jesús me está guiando en cada paso, Él es el timón de mi vida. Todo es gracias a Él, no soy yo”.
“Ahora cada día rezo más, porque es cuando más feliz soy. A través de la oración he descubierto que Él es lo primero, Él es lo único, y gracias a Él tengo a Emilio, a mi familia, vienen mis amigos a verme… es todo gracias a Él, entonces yo acepto la enfermedad y estoy muy feliz”.
Dirigiendo la mirada hacia el cielo, Belén asegura confiar en la providencia y que “si en algún momento me quiere llevar, yo seré feliz porque me voy con Él, y sé que le dará la fortaleza a los que me rodean para afrontarlo”.
“Y si quiere me quedaré aquí, que es lo que yo le pido todos los días, porque me encantaría seguir glorificándolo y hacer el mayor apostolado que pueda, que ahora intento hacerlo desde una cama”.
Esta experiencia le ha enseñado a sacar lo mejor de cada situación y a disfrutar de cada instante. Aunque no siempre es fácil, remarca que el Señor le ayuda a no caer en la desesperación, a no ceder y a “responder siempre con una sonrisa”.
Un consejo para los jóvenes
También dirige un consejo especialmente a los jóvenes: “Creo que no hay que preocuparse, no hay que adelantarse a los acontecimientos. Nos preocupamos demasiado y siempre estamos pensando en algo que probablemente luego no pase. Hay que vivir al día, porque no sabemos qué nos pasará mañana. Nosotros no decidimos los planes ni los acontecimientos”.
“Lo que no esté en nuestras manos, que lo intentemos dejar a un lado, no pensarlo y no darle más vueltas. En cambio, todo lo que podamos hacer, que lo hagamos. A mí es lo que más me sirve en mi día a día”, subraya.
El poder de la oración
Belén agradece inmensamente las oraciones por su recuperación, a las que se unen cada día personas de diferentes países. Para ella, “el poder de la oración es lo único que es capaz de cambiar la voluntad de Dios”.
“Yo pienso que Dios tiene unos planes, pero si nos unimos todos en la oración, el Padre siempre nos escucha, yo lo sé, sé que nos escucha y nos ve, y sé que puede cambiarlos, estoy convencida, yo confío”.