Los Museos Vaticanos anunciaron el jueves una nueva exposición permanente de dos reliquias que supuestamente pertenecieron a San Pedro y San Juan Evangelista, arrojando luz sobre su origen y antigüedad.
La conferencia, titulada "Las túnicas de San Pedro y San Juan, dos reliquias extraordinarias del Sancta Sanctorum", presentó una visión histórica de las dos reliquias, una túnica de San Pedro y una dalmática perteneciente a San Juan Evangelista, así como presentaciones sobre el proceso intensivo de restauración concluido por el Laboratorio de Restauración de Tapices y Textiles de los Museos Vaticanos, y el análisis del informe realizado por el Gabinete de Investigación Científica de los museos.
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"La túnica con mangas estrechas, en particular, se remonta a los siglos VI y VII, mientras que la dalmática se remonta a finales del siglo I y principios del III", dijo Alessandro Vella, experto en antigüedad cristiana de los Museos Vaticanos, sobre el análisis de datación por carbono del museo.
"Si la túnica de mangas estrechas data de los años siguientes del pontificado de Gregorio Magno —continuó—, evidentemente no puede haber pertenecido ni a San Juan Evangelista ni a San Pedro, ni a ninguno de los apóstoles. Sería, por lo tanto, una falsa reliquia".
Pero Vella señaló que las prendas aún pueden tener valor devocional, una afirmación que hizo referencia a una carta del Papa Pelagio de mediados del siglo VI sobre una práctica "utilizada para obtener reliquias secundarias".
"Cualquier prenda de uso común podía ponerse en contacto con la tumba venerada de un santo", dijo. "En ese momento, la túnica, una túnica, específicamente, dejada durante tres días en la tumba de San Pedro, habría absorbido las virtudes santificantes 'ex contactu', por contacto, y a su vez se habría convertido en una reliquia si la única nuestra fuera verdaderamente identificable con la reliquia de San Juan".
Las prendas se guardaban en el Sancta Sanctorum (Santo de los Santos), una capilla ubicada en la parte superior de la Scala Santa (la Escalera Santa) en el interior del Palacio de Letrán original, que se encuentra junto a la archibasílica de San Juan de Letrán, la sede oficial del Papa como obispo de Roma.
El Sancta Sanctorum se utilizaba para almacenar objetos de inestimable valor artístico y devocional, que se remontaban al menos a mediados del siglo VIII, y se convirtió en el oratorio privado de los papas. La colección incluía objetos como la cruz enjoyada del Papa Sergio, reliquias pertenecientes a Santa Práxedes y Santa Inés, así como el ícono de Urónica, una imagen de Cristo como gobernante del universo, atribuida a San Lucas.
En 1903, el Papa León XIII permitió que los eruditos entraran en el sitio para abrir una investigación de las reliquias. Pero no fue hasta 1905 que un herrero pudo abrir las dos puertas de bronce del siglo XIII que encerraban la bóveda de hierro bajo el altar.
"Los relicarios, así como los textiles, fueron transferidos al Museo Cristiano de la Biblioteca Vaticana en 1906, y luego a los Museos Vaticanos de acuerdo con el rescripto del Papa Juan Pablo II en 1999", explicaron los Mecenas de las Artes en los Museos Vaticanos, un grupo dedicado a la preservación y restauración de la extensa colección de obras de arte de los museos.
Vella arrojó luz sobre el origen de las piezas de la colección, señalando que no sólo tienen un gran valor devocional, sino que también representan el extenso intercambio diplomático que atravesó el mundo mediterráneo.
"La composición analizada por los estudiosos revela que no se trataba de una colección aleatoria de objetos recogidos por los peregrinos durante sus viajes, sino de regalos diplomáticos intercambiados entre los jefes de las jerarquías eclesiásticas y, en particular, entre los papas y los patriarcas de Jerusalén".
"Así que estos movimientos, estos viajes, de las reliquias", continuó Vella, "siguieron los canales diplomáticos oficiales, que también están atestiguados por varios otros ejemplos".
Es importante hacer una crónica de este desarrollo histórico, enfatizó Vella, ya que ofrece una explicación sobre cómo llegaron las túnicas a la colección.
"Si nuestra túnica fuera realmente identificable con la reliquia de San Juan, y claramente hay dudas que permanecen, este sería el origen que deberíamos atribuirle", dijo Vella. "Es decir, se trataría de una prenda que data de finales del siglo VI, santificada ritualmente gracias al contacto con la tumba del evangelista Juan en la basílica dedicada al santo en la ciudad de Éfeso, Turquía, que luego llegó a Roma y a Letrán, posiblemente pasando por Siracusa".
Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.