El Arzobispo de Asunción, Mons. Pastor Cuquejo, presidió un oficio litúrgico en la Catedral Metropolitana por los más de 400 muertos en el incendio que hace una semana arrasó un supermercado local. En su homilía, rescató las “llamas de solidaridad” que siguieron a la tragedia.
Mons. Cuquejo dedicó el novenario de la Virgen de Asunción –cuya fiesta se celebra el próximo 15 de agosto, por quienes sufren debido a lo ocurrido. El Prelado pidió al pueblo levantar a los familiares de las víctimas, recomendó a las autoridades y empresarios tomar las previsiones para evitar casos como éste.
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En su homilía, Mons. Cuquejo destacó que "el dolor de quienes sufrieron en carne propia el golpe de aquellas llamas impetuosas, imposibles de detener, y el de sus familiares, ha unido al pueblo paraguayo".
Agradeció la labor de sacerdotes, diáconos y pastores, así como de los bomberos voluntarios que asistieron a las víctimas.
El Arzobispo destacó que en medio del dolor y la desesperanza, "surgió una niebla que oscureció los corazones, pero desde esa niebla han brotado llamaradas de amor y solidaridad".
Asimismo, Mons. Cuquejo señaló que esta prueba hizo que brotaran "fuentes de luz para iluminar ese sendero oscurecido por la tragedia, que ciertamente pudo haberse evitado y que tendrá que ser evitada en el futuro".
Que Paraguay resurja de las cenizas
En el Santuario de la Virgen de Caacupé, el Obispo local, Mons. Claudio Giménez, dedicó la Misa dominical por los fallecidos y llamó a que "el pueblo paraguayo resurja de las cenizas".
El Obispo instó a que los ciudadanos se apoyen mutuamente "para ayudar a levantar la frente de aquellos hermanos sumidos en el dolor y para construir juntos, solidariamente, un nuevo país".
Mons. Giménez valoró que el sufrimiento no haya derrotado al país, "que como un gigante dormido reaccionó con una solidaridad indescriptible, tendiendo sus manos fraternas sin diferencias económicas ni edades, así como instituciones de distintas naturalezas".
El Obispo, que además preside el Episcopado Paraguayo, subrayó que la desgracia del supermercado Ycuá Bolaños "nos invita a la conversión, a un cambio de mentalidad y de estilo de vida".
"Es una gran llamada de atención para que hagamos primar en nuestra sociedad los valores humanos, los sentimientos más nobles, los valores cristianos que más nos acercan a Dios y a nuestros semejantes", indicó.