Con el propósito de profundizar en sus raíces comunes, valorizando al mismo tiempo la diversidad cultural, las diócesis de frontera de Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay se congregaron del 20 al 22 de mayo en Ciudad del Este (Paraguay) para participar en su 36° Encuentro.

Asistieron representantes de las Diócesis de Frontera del país anfitrión (Ciudad del Este, Canindeyú y Encarnación), por Argentina hubo referentes diocesanos de Concordia, Corrientes y Formosa, y desde Brasil llegaron miembros de Foz do Iguazú y Uruguaiana. Representando a Uruguay estuvo la diócesis de Salto.

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El obispo anfitrión, Mons. Pedro Collar Noguera, dio la bienvenida y realizó un recorrido histórico desde los inicios de estos encuentros, en la década de 1990.

La primera ponencia estuvo a cargo del P. Pedro Brassesco, secretario general adjunto del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM), y se centró en “La Sinodalidad, el camino que Dios espera de la Iglesia para el tercer milenio”.

En segundo lugar se presentó el historiador y doctor en Derecho Carlos Galeano, quien disertó sobre aspectos positivos y amenazas de la globalización.

El tercer bloque, encabezado por el fraile brasileño Luiz Carlos Susin, puso el foco sobre la cultura guaraní.

Los presentes pudieron aprovechar espacios de intercambio, trabajo grupal y un panel con testimonios sobre lo vivido en la Asamblea Sinodal; como también momentos de oración, celebración de la Eucaristía, intervenciones culturales y de compartir fraternal.

Uno de los obispos que participó en el encuentro fue Mons. Luis Collazuol, de Concordia (Argentina), quien hizo hincapié en la importancia de estos encuentros anuales que reúnen a obispos, sacerdotes, religiosos y laicos “para reflexionar sobre temas que afectan a la vida eclesial de nuestras diócesis, de la zona norte del Uruguay, del este de Argentina, de sur de Brasil y de parte del Paraguay”.

El Prelado destacó la importancia de una integración regional que acompañe a los cambios en la política y la economía, y también a la tendencia globalizadora de desaparición de las fronteras. “Los pueblos tienen que estar unidos y las Iglesias, al servicio de esa unidad”, consideró.

El mensaje conclusivo del encuentro estuvo centrado en la unidad: tras haber reflexionado sobre cuestiones que afectan la vida de los pueblos, y ante el desafío de la globalización, consideran que la Iglesia debe ser “escuela de humanismo cristiano” que fomente la familia, la escucha, el diálogo, el encuentro, la dignidad, los valores cristianos, y la acogida.

Más allá del impulso hacia una cultura global uniforme, valoraron especialmente las raíces espirituales y culturales en pos de un futuro más humano y fraterno, con el foco en el respeto hacia lo inter y multicultural.

Además, recordaron la importancia de una Iglesia sinodal donde prevalezca la comunión, la participación y la misión.

Finalmente, agradecieron la oportunidad que este encuentro ofrece para mirar el futuro juntos y con esperanza.