Sor María Amparo, la religiosa que abandonó el pasado jueves la comunidad de clarisas de Belorado y Orduña, tras la publicación de una carta y una declaración cismática y ponerse bajo la jurisdicción de un falso obispo excomulgado, ha roto su silencio.

En una entrevista concedida al Diario de Burgos, ha afirmado que se marchó del convento “sobre todo, para no para no pertenecer a esta secta”, señalando que antes de su partida estuvo “tres días sin Misa y sin nada” y supervisada: “He sufrido una vigilancia total para que no pudiera hablar con las hermanas mayores”, señala. 

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En efecto, una de sus grandes preocupaciones de Sor María Amparo son “las cinco hermanas mayores” de las que no le dejaron despedirse y con las que no ha podido hablar. 

Sor María Amparo tomó la decisión el pasado domingo, cuando vio por primera vez al falso obispo excomulgado, Pablo de Rojas, que se presentó ante las hermanas a las cuatro y media de la tarde, cuando fueron convocadas en el locutorio. 

Cuando Rojas afirmó que “desde ahora yo soy el superior, el que manda en la comunidad y ustedes están bajo mi jurisdicción”, según detalla  la hermana, ésta se levantó y le rebatió: “El Señor me puso las palabras en la boca, lo que tenía que decir: Estamos bajo jurisdicción de D. Mario [Iceta, Arzobispo de Burgos]. Él es el sucesor de los apóstoles”. 

"Por nada del mundo salgo de mi Madre la Iglesia"

“Yo por nada del mundo salgo de mi Madre la Iglesia y por nada del mundo dejo mi obediencia al sucesor de San Pedro, que en este momento es el Papa Francisco”, expuso, antes de recriminar que la decisión no fuera lícita “sin haber tenido una reunión del capítulo”. En este sentdomen otro momento de la entrevista, añade: “ME ha extrañado qu hayan tomado una decisión tan seria sin contar con el capítulo de la comunidad. No se puede tomar una decisión de estas sin contar con el capítulo y no ha habido ninguna reunión. Me lo han dado todo hecho”. 

Según el testimonio de Sor María Amparo, sobre el encuentro del falso obispo excomulgado, Rojas insistió en su posición asegurando que la la decisión estaba tomada “desde hace mucho tiempo y que todas estaban de acuerdo”, lo que no era posible pues, repuso, “Sor Pilar y yo no sabíamos nada y las mayores tampoco”, a lo que Rojas replicó que “con que hubiera una mayoría era suficiente”. 

Estas declaraciones confirman las sospechas expresadas por el Arzobispado de Burgos y el Obispado de Vitoria, así como por la Conferencia Episcopal Española, sobre la falta de unanimidad de la decisión, toda vez que tanto la carta como el manifiesto de contenido cismático y proclamas sedevacantistas sólo están firmados por la Abadesa, Sor Isabel de la Trinidad. 

“Al final, me dijo que, si yo no aceptaba estar bajo su jurisdicción, tendría que marcharme. Así de tajante”, continúa relatando Sor María Amparo. 

Desde su salida de Belorado, donde llevaba 20 años (tras 24 en el monasterio de Vitoria y otros 18 como monja de vida activa) Sor María Amparo ha vuelto al monasterio burgalés en una ocasión: “Estuve viéndolas un poco y no vuelvo más. Me dio pena, sencillamente”. 

Por otro lado, la religiosa clarisa, que ha podido hablar por teléfono con algunos familiares para tranquilizarles sobre cómo se encuentra (“muy bien, tranquila, pero con mucho dolor”), ha explicado que la abadesa no le puso trabas a su decisión de marcharse del convento.

Además, ha expresado dudas sobre si todas las hermanas están de acuerdo con el paso dado “porque no manifestaban nada” antes de conocerse la declaración cismática. “Parece que para ellas es normal, que están contentas… pero no he podido hablar con ellas de este tema, en absoluto”, reconoce. 

Preguntada por si cambiarán de opinión, señala: “No lo sé, eso cada una es libre de hacerlos. Hay que orar mucho al Espíritu Santo para tener luz”.