Algunas veces se escuchan anécdotas de papás que mandan a sus hijos a decir que no están en casa para evitar hablar con alguien que pregunta por ellos. Esto también le pasó a San Pascual Bailón, el “santo de Pentecostés”, cuya fiesta se celebra cada 17 de mayo, y cuando eso ocurrió le dio una especial lección a su superior.
San Pascual Bailón, patrono de las asociaciones eucarísticas, era un franciscano muy obediente en todo. En el libro Año Cristiano del P. Juan Croisset S.J. se cuenta que él prefería hacer los trabajos más humildes e incluso servía como limosnero, agricultor y portero.
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En algunas ocasiones, fue reprendido por faltas que otros habían cometido, reprimendas que él recibía con tranquilidad y alegría porque sentía que eso lo asemejaba a Cristo, quien también fue calumniado y condenado injustamente.
La lección del "santo de Pentecostés"
Cierto día, cuando estaba en la portería, unas mujeres llamaron a la puerta pidiendo confesarse. San Pascual fue rápidamente donde su superior con el recado. El presbítero le pidió que lo cubriera diciendo “que no estaba en casa”.
El santo, sin dudar y con respeto, le respondió: “Perdonadme, Padre, no diré tal cosa, porque eso sería pecado venial”. De esta manera el santo demostró su firmeza, hasta en lo más mínimo, en los mandamientos del Señor.
Es preciso resaltar que San Pascual nació en el día de Pentecostés, el 16 de mayo de 1540, y por ello sus padres le pusieron Pascual, porque con esa fiesta termina la Pascua.
A lo largo de su vida, el santo manifestó tener muchos dones y frutos del Espíritu Santo, tanto así que en varias ocasiones su alma era arrebatada en éxtasis, sobre todo ante la Eucaristía.
San Pascual Bailón obró numerosos milagros y predijo su propia muerte. Murió en la Solemnidad de Pentecostés, el 17 de mayo de 1592.