Hace unos días el gobierno del Perú publicó un decreto supremo en el que se considera “problemas de salud mental” el “transexualismo” y el “trastorno de identidad de género”, entre otros puntos, causando controversia incluso al interior de organismos del Poder Ejecutivo.
El 10 de mayo, el diario oficial El Peruano publicó el decreto supremo Nº 009-2024-SA que aprueba la actualización del Plan Esencial de Aseguramiento en Salud – PEAS, documento que detalla la lista de enfermedades cuyos tratamientos se imparten en los hospitales públicos.
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En esta norma, firmada por la presidenta del Perú, Dina Boluarte y los ministros de Economía y Finanzas, José Berley Arista; y de Salud, César Henry Vásquez; se incluyen siete diagnósticos considerados como problemas “de salud mental”.
Los diagnósticos son: “Transexualismo, transvestismo de rol dual, trastorno de la identidad de género en la niñez, otros trastornos de la identidad de género, trastorno de la identidad de género, no especificado; transvestismo fetichista” y “orientación sexual egodistónica”.
Hasta el año 2022, estos diagnósticos formaban parte del capítulo de “Trastornos mentales y del comportamiento” de la décima versión de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades (CIE-10), que se actualizó ese año y que ya no los considera como patologías.
Tras la publicación del decreto, diversas organizaciones, como el grupo feminista Manuela Ramos, rechazaron la norma y expresaron su preocupación por la posibilidad de las “terapias de conversión”. Las feministas indicaron que la norma “pretende hacer ver a la diversidad de género y sexual como una enfermedad. Exigimos la derogación inmediata de esta medida”.
Luego de las quejas, especialmente en redes sociales, el Ministerio de Salud del Perú (Minsa) publicó un comunicado el 11 de mayo en el que “ratifica su posición de que la diversidad de género y sexual no son enfermedades, en ese marco expresamos nuestro respeto a las identidades de género, así como nuestro rechazo a la estigmatización de la diversidad sexual en el país”.
En su comunicado, el Minsa indica además que “la orientación sexual y la identidad de género de una persona no constituye en sí misma un trastorno de la salud física o mental y, por tanto, no deben ser sometidas a tratamiento o atención médica ni a las llamadas terapias de conversión”.
El texto resalta además que la actualización del PEAS se hizo “ante la necesidad de asegurar el beneficio de las intervenciones de salud mental integral, como condiciones para el pleno ejercicio del derecho a la salud y el bienestar de la persona, la familia y la comunidad”.
Sin embargo y pese a la publicación del Ministerio de Salud, el decreto sigue vigente: no ha sido modificado ni derogado.
Cabe destacar que el 15 de diciembre de 1973, la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), que dicta las normas en el ámbito de salud mental a nivel internacional, por presiones ideológicas —entre ellas la de un grupo secreto de psiquiatras activistas homosexuales que impulsaban esta agenda desde dentro de la APA— retiró a la homosexualidad de su Manual de Diagnóstico y Estadísticas.
Tiempo después, en el año 2005, el expresidente de la Asociación Americana de Psicología, el Dr. Nicholas Cummings, junto con el psicólogo y escritor Rogers H. Wright, publicaron el libro Destructive Trends in Mental Health (Tendencias destructivas en la salud mental).
En el texto se señala, entre otras cosas, que “la psicología, la psiquiatría y el trabajo social han sido capturados por una agenda ultraliberal, con gran parte de la cual estamos de acuerdo como ciudadanos. Sin embargo, estamos alarmados por el efecto perjudicial que tiene en nuestra ciencia, nuestra práctica y nuestra credibilidad”.
“Aunque estoy de acuerdo con muchas de las posturas de la APA, me opongo al proceso que ha mermado su credibilidad. Ya no se la percibe como una autoridad que presenta pruebas científicas y hechos profesionales. La APA ha optado por la ideología en lugar de la ciencia y, por tanto, ha disminuido su influencia en los responsables de la toma de decisiones de nuestra sociedad”, lamenta Cummings en su libro.