El Papa Francisco advirtió que los datos sobre el cambio climático empeoran cada año y defendió que “debemos actuar con urgencia, compasión y determinación, porque lo que está en juego no podría ser mayor”
El Santo Padre ha vuelto a exponer la amenaza que supone el cambio climático para la humanidad durante una audiencia en el Vaticano con los participantes en el encuentro promovido por las Academias Pontificias de Ciencias y de Ciencias Sociales sobre el tema “De la crisis climática a la resiliencia climática”.
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Durante su extenso y severo discurso, el Santo Padre remarcó que los más pobres, “que tienen muy poco que ver con las emisiones contaminantes”, tendrán que recibir más apoyo y protección.
A continuación, el Pontífice dirigió a los presentes la siguiente pregunta “¿Estamos trabajando por una cultura de la vida o por una cultura de la muerte?”.
Más tarde, aseguró que en la actualidad “nos enfrentamos a retos sistémicos distintos pero interconectados: cambio climático, pérdida de biodiversidad, degradación medioambiental, desigualdades globales, inseguridad alimentaria y una amenaza a la dignidad de las poblaciones afectadas”.
“Si no se abordan de forma colectiva y urgente, advirtió, estos problemas suponen amenazas existenciales para la humanidad, otros seres vivos y los ecosistemas”.
Los pobres, las mujeres y los niños son víctimas del cambio climático
El Santo Padre insistió de nuevo en que los pobres de la tierra “son los que más sufren a pesar de ser los que menos contribuyen al problema”.
Precisó que los 3.000 millones de personas más pobres contribuyen con menos del 10%, pero soportan el 75% de las pérdidas resultantes. Por su parte, informó que los 46 países menos desarrollados -en su mayoría africanos- representan sólo el 1% de las emisiones mundiales de CO2. En cambio, las naciones del G20 son responsables del 80% de estas emisiones.
Estas cifras, muestran según el Papa Francisco” la trágica realidad de que las mujeres y los niños soportan una carga desproporcionada”.
“Las mujeres no suelen tener el mismo acceso a los recursos que los hombres, y el cuidado del hogar y de los hijos puede dificultar su capacidad para emigrar en caso de catástrofe”, expresó.
Sin embargo, puntualizó que “las mujeres no son sólo víctimas del cambio climático: también son poderosos agentes de resiliencia y adaptación”.
En cuanto a los niños, afirmó que “casi mil millones de ellos residen en países que se enfrentan a un riesgo extremadamente alto de devastación relacionada con el clima. Su edad de desarrollo les hace más susceptibles a los efectos, tanto físicos como psicológicos, del cambio climático”.
“La negativa a actuar rápidamente para proteger a los más vulnerables expuestos al cambio climático provocado por el hombre es una falta grave”, aseveró.
A continuación, lamentó que el progreso “se ve obstaculizado por la voraz búsqueda de beneficios a corto plazo por parte de las industrias contaminantes y por la desinformación, que genera confusión y obstaculiza los esfuerzos colectivos para invertir el rumbo”.
En esta línea, afirmó que “el camino es difícil y está plagado de peligros” y reiteró que también son alarmantes “las amenazas para la salud pública y el bienestar”.
“Asistimos a la disolución de comunidades y al desplazamiento forzoso de familias”, destacó, al mismo tiempo que expresó que “la contaminación atmosférica se cobra prematuramente millones de vidas cada año”.
“Defender la dignidad y los derechos de los migrantes climáticos es afirmar el carácter sagrado de toda vida humana y honrar el mandato divino de custodiar y proteger la casa común”, señaló a continuación.
Propone 3 soluciones para afrontar esta crisis
Ante esta “crisis planetaria”, el Santo Padre propuso diferentes soluciones: “necesitamos un enfoque universal y una acción rápida y decisiva para lograr cambios y decisiones políticas”.
En segundo lugar, aseguró que “necesitamos invertir la curva de calentamiento, tratando de reducir a la mitad el ritmo de calentamiento en el corto espacio de un cuarto de siglo”.
Al mismo tiempo, “debemos aspirar a la descarbonización global, eliminando la dependencia de los combustibles fósiles”.
“En tercer lugar, hay que eliminar de la atmósfera grandes cantidades de dióxido de carbono, mediante una gestión medioambiental que abarque varias generaciones”. Y en
Según el Pontífice, “la crisis climática exige una sinfonía de cooperación y solidaridad mundial. A través de la reducción de emisiones, la educación sobre estilos de vida, la financiación innovadora y el uso de soluciones probadas basadas en la naturaleza, reforzamos así la resiliencia, en particular la resiliencia a la sequía”.
Asimismo, aseguró que la reestructuración y el alivio de la deuda, “junto con el desarrollo de una nueva carta financiera mundial para 2025, que reconozca una especie de ‘deuda ecológica’, pueden ser una valiosa ayuda para mitigar el cambio climático”.
“Debemos actuar con urgencia, compasión y determinación, porque lo que está en juego no podría ser mayor”, concluyó el Papa Francisco.