Para el Observador Permanente de la Santa Sede ante la Organización de Naciones Unidas (ONU), Mons. Gabriele Caccia, una “solución militar” no es el camino para alcanzar la paz en Oriente Medio y en Ucrania, sino una realidad que sólo traerá “vidas aplastadas, familias destruidas y hogares, trabajo e infraestructuras arruinadas”.
Las declaraciones del arzobispo para Vatican News dejan claro que es necesario “emprender otro camino” y que, precisamente, hay muchas “razones y personas que pueden emprender el camino de la paz”, no solo con respecto a ambos conflictos, sino también en relación a muchos otros en el mundo que han caído en el olvido.
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En ese sentido, resaltó la importancia de la Carta de las Naciones Unidas, que contiene lineamientos para la solución pacífica de conflictos entre las naciones.
“Hay, pues, mucho espacio para diversas iniciativas, pero sigue siendo fundamental la voluntad firme y compartida de utilizarlas de conformidad con el derecho internacional, pues de lo contrario es difícil aplicarlas en la práctica”, acotó.
En el panorama internacional, la preocupación de Mons. Caccia es que los conflictos actuales escalen y se perpetúe el sufrimiento humano a una escala global. Señaló que muchos países han incrementado su gasto en armamento y que estas inversiones podrían estar “mejor empleadas en programas de desarrollo socioeconómico y prevención de conflictos”.
Para el diplomático del Vaticano, esto se fundamenta en la “seguridad” que sienten las naciones por la “fuerza y la posesión de armas”. Sin embargo, recordó que la verdadera seguridad es la que se basa en la “fraternidad” y la “amistad social”, tal y como lo ha recordado el Papa Francisco en varias ocasiones.
La paz verdadera requiere, necesariamente, de la “conversión” de los líderes del mundo, afirmó.
Mons. Caccia remarcó la preocupación de la Iglesia Católica con respecto a las armas nucleares, resaltando su inmoralidad y la amenaza que representan para todo el género humano.
Su posesión y uso, señaló, contradice “el principio de proporcionalidad en la defensa” y representan un posible daño indiscriminado e irreversible para las generaciones presentes y futuras.
La paz es también resultado, añadió el arzobispo, de la confianza mutua entre Estados. Una confianza que en los últimos años se ha erosionado y ha debilitado las estructuras de diplomacia multilateral. Según Mons. Caccia, se debe recuperar “la cooperación, el diálogo abierto y la resolución pacífica de conflictos”.
“Sin confianza, las relaciones internacionales pueden caracterizarse por la suspicacia, la rivalidad y la hostilidad, lo que hace más difícil alcanzar acuerdos y compromisos que promuevan el bien común y una paz duradera”, añadió.
Finalmente, subrayó que —a pesar de las críticas de muchos— la existencia misma de la ONU “ya es un gran logro y una gran oportunidad”. El arzobispo indicó que es la única herramienta de la que disponen las naciones “para poder reunirse, comparar notas y entablar un diálogo permanente y estable”.
“Tal vez sea necesario redescubrir el espíritu que animó la creación de esta organización hace casi ochenta años para redescubrir hoy los caminos que pueden conducir a la paz”, concluyó.