En la Solemnidad de la Ascensión del Señor que se celebra este domingo 12 de mayo, el Papa Francisco presidió el rezo de la oración mariana del Regina Caeli en el Vaticano y alentó a los católicos a subir al Cielo “paso a paso”, anclados a Jesús, realizando en la vida cotidiana “las obras del amor”.
Ante miles de fieles presentes en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre recordó que “hoy, en Italia y en otros países se celebra la Solemnidad de la Ascensión del Señor”. El Papa Francisco explicó que “el regreso de Jesús al Padre se nos presenta no como un alejamiento de nosotros, sino sobre todo como un modo de precedernos hacia la meta”.
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“Como cuando en la montaña se sube hacia la cima: se camina, con fatiga, y finalmente, en un recodo del sendero, el horizonte se abre y se ve el panorama. Entonces todo el cuerpo vuelve a encontrar la fuerza para afrontar la última subida. Todo el cuerpo –brazos, piernas y todos los músculos– se tensa para llegar a la cumbre”.
El Santo Padre resaltó que “nosotros, la Iglesia, somos precisamente ese cuerpo que Jesús, ascendido al Cielo, arrastra consigo como una ‘soga’. Es Él quien nos desvela y nos comunica, con su Palabra y con la gracia de los Sacramentos, la belleza de la Patria hacia la que nos encaminamos”.
“Del mismo modo también nosotros, sus miembros –somos miembros de Jesús– subimos con alegría junto a Él, la cabeza, sabiendo que el paso de uno es un paso para todos, y que nadie debe perderse ni quedar atrás porque somos un solo cuerpo”, prosiguió.
El Papa Francisco, las obras del amor y el deseo de Dios
“Escuchemos bien, paso a paso, peldaño a peldaño, Jesús nos muestra el camino. ¿Cuáles son esos pasos a dar? El Evangelio hoy dice: ‘Anunciar el Evangelio, bautizar, expulsar a los demonios, enfrentar a las serpientes, sanar a los enfermos’”, resaltó el Papa Francisco.
“En resumen, llevar a cabo las obras del amor: dar la vida, llevar la esperanza, mantenerse alejado de todo mal y mezquindad, responder al mal con el bien, estar cerca de quien sufre. Este es el ‘paso a paso’”.
El Pontífice destacó además que “cuanto más hacemos esto, más nos dejamos transformar por su Espíritu, más seguimos su ejemplo y más, como en la montaña, sentimos que el aire en torno a nosotros se vuelve ligero y limpio, el horizonte amplio y la meta cerca, las palabras y los gestos se convierten en buenos, la mente y el corazón se agrandan y respiran”.
Entonces, cuestionó el Papa Francisco, “podemos preguntarnos: ¿Está vivo en mí el deseo de Dios, de su amor infinito, de su vida que es vida eterna? ¿O estoy aplanado y anclado a las cosas pasajeras, al dinero, al éxito, a los placeres?”.
“Y mi deseo del Cielo, ¿me aísla, me cierra o me lleva a amar a los hermanos con ánimo grande y desinteresado, a sentirlos compañeros de camino hacia el Paraíso? Que María nos ayude, ella que ya llegó a la meta, a caminar juntos con alegría hacia la gloria del Cielo”, concluyó.