El Obispo de Córdoba (España), Mons. Demetrio Fernández reflexiona en su carta semanal sobre la solemnidad de la Ascensión del Señor que se celebra este domingo, señalando que “Jesú sube al cielo porque es su casa”. 

Así, el prelado afirma que “el misterio de la Ascensión nos invita a mirar al cielo, que es nuestra patria”, una actitud que no hace cielos cristianos se olviden de “transformar este mundo para hacerlo según Dios”. 

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Al contrario, los santos, que “han tenido los ojos fijos en el cielo”, han sido “las personas que más han transformado la historia humana”, porque, asegura Mons. Fernández, “la mirada y la esperanza del cielo es un estímulo permanente para afrontar nuestras obligaciones en la tierra”.

En este sentido, Mons. Fernández subraya: “El cielo no es una rémora, sino el más potente impulsor de la transformación de este mundo. El cielo es el factor más eficaz para el progreso. miremos al cielo para superar con esperanza todas las dificultades de la tierra”. 

El prelado también indica en su misiva que “la esperanza del cielo no nos aliena, sino que nos compromete a fondo” y que, por el misterio de la Ascensión, “somos invitados a elevarlo todo, para divinizarlo todo, para hacerlo todo más humano”. 

Tras la Ascensión, “la hora del Espíritu Santo”

Con el misterio de la Ascensión que tiene lugar a los 40 días de la Resurrección (el pasado jueves, aunque la celebración se traslade al domingo) termina el momento en que Jesucristo se ha hecho “visible y tangible para hacernos vivir de la fe y desde la fe”, señala el prelado, y comienza “la hora del Espíritu Santo que brota a borbotones del Corazón de Cristo”.

En este tiempo nuevo, “nuestra unión con Cristo se realiza ahora en la fe y en el amor, de manera que los sentidos quedan colgados e insatisfechos”, por ello, el Obispos de córdoba recomienda que no pretendamos “satisfacer nuestros sentidos y nuestros sentimientos con cosas de la tierra, con personas, con acontecimientos de aquí”. 

A cambio, propone entrar “en la órbita de la fe y del amor, que vienen de lo alto, para crecer en esa purificación continua que nos hace espirituales”. 

Por último, Mons. Fernández señala que “el mandato misionero de Jesús se produjo en el momento de la Ascensión” y anima a cogerlo “para llevarlo a cabo con el impulso que Jesús desde el cielo da a su Iglesia, enviándole su Espíritu Santo”.