Como cada 6 de mayo, nuevos reclutas de la Guardia Suiza juraron lealtad al Papa Francisco y a sus sucesores en una solemne y tradicional ceremonia celebrada en el Patio de San Dámaso del Vaticano.
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Esta especial jornada comenzó con una Misa en la Basílica de San Pedro del Vaticano. Posteriormente, los 34 nuevos guardias suizos y sus familiares fueron recibidos en el Palacio Apostólico por el Santo Padre.
Allí el Papa Francisco les expresó su agradecimiento por el “servicio intenso”, y además les animó a ir a contracorriente y a evitar pasar mucho tiempo con el teléfono móvil.
Este acto tiene lugar cada año el día en el que se conmemora la muerte de 189 soldados suizos que fallecieron en defensa del Papa Clemente VII en el año 1527, durante los sucesos del Saqueo de Roma.
Los nuevos guardias suizos expresan su lealtad y voluntad absoluta de servir al sucesor de Pedro con estas palabras: “Juro servir fielmente, lealmente y honrosamente al Pontífice reinante y a sus legítimos sucesores, dedicarme a ellos con todas las fuerzas sacrificando, si es necesario, mi vida en su defensa”.
“Asumo los mismos deberes para el Colegio Cardenalicio durante la vacante de la Sede Apostólica. Prometo ante el Comandante y los demás Superiores respeto, fidelidad y obediencia. Así lo juro. Que Dios y nuestros Santos Patrones me asistan”.
El juramento lo recitan además mientras sujetan con una mano la bandera y en la otra levantan solamente tres dedos como símbolo de la Santísima Trinidad.
La Guardia Suiza es el cuerpo militar más antiguo del mundo y ha protegido al Pontífice desde el siglo XVI. En concreto, el 21 de junio de 1505, el Papa Julio II mandó enviar 200 soldados suizos a Roma.
150 reclutas llegaron a la Plaza de San Pedro el 22 de enero de 1506 y fueron recibidos y bendecidos por el Pontífice.
Actualmente, la Guardia Suiza está dirigida por el coronel Christoph Graf, y sus miembros se encargan de vigilar los accesos al territorio Vaticano, desempeñan labores de mantenimiento del orden y de protocolo durante las ceremonias papales y los recibimientos de Estado.
También protegen al Colegio Cardenalicio durante la Sede Vacante, tras la muerte o renuncia del Papa.