Cristo es la paz que necesita Colombia en tiempos turbulentos, expresó el Arzobispo de Cali, Mons. Luis Fernando Rodríguez, en la Misa que se celebró este viernes con ocasión de la Jornada de oración por la vida, la reconciliación y la paz del país.
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La Eucaristía tuvo lugar en la sede de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), a la que asistieron los obispos; el Nuncio Apostólico, Mons. Paolo Rudelli; así como directivos y colaboradores del Secretariado Permanente del Episcopado.
Con el lema “Ustedes son hermanos”, la jornada de hoy ha sido la séptima edición de una iniciativa que nació en septiembre de 2017, en el marco de la visita que el Papa Francisco hizo al país y durante la cual mantuvo un encuentro con víctimas del conflicto armado que aún afecta a Colombia.
En su homilía, pronunciada en el día en que la Iglesia celebra la Cruz de mayo, Mons. Rodríguez señaló que “el misterio de la cruz es insondable”, porque Cristo, “que había muerto clavado por amor a nosotros, efectivamente resucitó” y, al aparecerse a los apóstoles, les expresó “un saludo especial: ‘Les doy la paz’”.
“Sí. Él es nuestra paz. Es la paz que necesitamos cuando vivimos tiempos turbulentos en prácticamente todo el mundo, y en Colombia, donde la paz que tanto anhelamos, a veces parece esquiva y lejana”, manifestó el prelado.
Ante ello, señaló que el país necesita de hombres y mujeres “que, pensando en el bien común, superando la fuerza de las ideologías, sean capaces de darlo todo y darse plenamente a la causa de la paz”.
“Cuánto valor se requiere para dar el paso de la paz, en donde la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición de actos violentos permitan a todos, víctimas y victimarios, abrazarse, no para asfixiar al otro, sino para expresar su reconocimiento de los hechos de dolor, la reconciliación, el perdón y la cercanía”, expresó.
En ese sentido, el Arzobispo de Cali aseguró que Jesús, en el juicio al que fue sometido y en su crucifixión, dio unas lecciones de vida que “todavía no hemos sido capaces de aprender”.
“¿Qué podrían pensar interiormente los presentes al ver que ante la injuria e insultos el condenado guardaba silencio, y ante el suplicio injusto de la cruz, sólo dijo: ‘Padre perdónales porque no saben lo que hacen?’ (…) Jesús nos enseñó la fuerza del silencio, del perdón y del amor sin límites”, expresó.
En su homilía, el prelado también trajo el recuerdo de uno de los episodios más cruentos del conflicto armado, conocido como la masacre de Bojayá, y que ocurrió el 2 de mayo de 2002.
Ese día murieron cerca de 80 personas dentro de la iglesia de Bojayá, luego que guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) lanzaron un barril con explosivos contra el templo. De la tragedia quedó como símbolo una imagen de Cristo sin brazos y sin piernas.
“Recordemos lo que ante esta imagen dijo el Papa Francisco en Villavicencio: ‘Ver a Cristo así, mutilado y herido, nos interpela. Ya no tiene brazos y su cuerpo ya no está, pero conserva su rostro y con él nos mira y nos ama. Cristo roto y amputado, para nosotros es ‘más Cristo’ aún, porque nos muestra una vez más que Él vino para sufrir por su pueblo y con su pueblo; y para enseñarnos también que el odio no tiene la última palabra, que el amor es más fuerte que la muerte y la violencia”, citó Mons. Rodríguez.
Por ello, el Arzobispo de Cali animó a los colombianos a retomar el mensaje de Cristo, de amor mutuo, perdón, respeto recíproco “y a trabajar por la paz que Él mismo nos da”.
“Pero también —añadió— recogemos el clamor de tantos hermanos nuestros, en todos los lugares de nuestro país, en las ciudades y en los pueblos, que se sienten agobiados, casi secuestrados, por una ola de violencia, chantaje, vacunas y extorsiones, en aumento, que les quitan la libertad, incluso hasta de su libre movilidad. La muerte trae muerte, la violencia trae más violencia, el odio no trae sino rencores y venganzas”.
Mons. Luis Fernando Rodríguez aseguró que los colombianos toman conciencia de que verdaderamente son hermanos, serán capaces de hacer realidad la fraternidad.
“Elevemos a Dios nuestras plegarias por la conversión de los pecadores y de quienes perpetran toda clase de crímenes y desastres, y nos conceda también nosotros, víctimas y ciudadanos del común, comprender y perdonar al estilo de Jesús”, alentó el prelado, quien culminó su homilía pidiendo a Cristo “para que seamos todos, en Colombia, y en el mundo entero, sembradores y artesanos de paz”.