Durante una audiencia concedida a los miembros de la Fundación Blanquerna, entidad educativa titular de la Universidad Ramón Llull, dependiente del Arzobispado de Barcelona, el Papa Francisco ha afirmado que “los pasos del héroe cristiano no están marcados por el afán de carrerismo, sino son respuesta a una llamada”.

En este sentido, ha añadido: “El carrerismo hace tanto daño, tanto daño, porque no es comunitario, es individualista, y eso hace daño”. Para el Papa Francisco, “ser requerido en cargos de cada vez más responsabilidad debe ser el resultado de una excelencia en el servicio hasta ahora confiado” y no debe opacar el hecho de que “aun cuando se haya llegado al Supremo Pontificado, el cristiano debe tender al encuentro con el Señor, a la dedicación plena al servicio divino”. 

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Dicho en otras palabras, el Pontífice aseguró que “estés donde estés, eres un bautizado, eres una bautizada que tiene que responder allí y no desde los escalafones a los que uno puede llegar en la vida”.

Esta reflexión hace referencia a un triple compromiso del educador que pasa en primer lugar por trabajar para “devolver a la familia a su primigenia vocación en la sociedad” y, en segundo lugar, “ofreciendo a los jóvenes distintos caminos de vida” que les ayuden a superar los desafíos que ésta presenta.  

Estos tres pilares de la labor educativa ayudan a lograr el objetivo de “descubrir a los jóvenes el proyecto de Dios para cada uno de ellos” frente al dolor y la frustración que producen “los estereotipos inalcanzables que nos pretenden imponer los mercados y los grupos de presión”. 

El Papa Francisco animó a que la educación tenga en cuenta que “formamos hombres y mujeres cabales, no réplicas ilusorias de ideales imposibles”, antes de criticar que en algunas universidades “demasiado liberales” que ha conocido en América “sólo buscan formar técnicos y especialistas”. 

En esos lugares, prosiguió, “se olvidan que tienen que formar hombres y mujeres, personas íntegras que intentan dar lo mejor de sí en el servicio al que Dios los llame, sabiendo que son peregrinos, que en realidad todo es camino hacia una meta que supera esta realidad, el encuentro del amigo con el amado, en ese amor que derramado en nuestros corazones nos da la fuerza de avanzar”.

Por último, el Pontífice expresó su deseo de que los educadores iluminen a los alumnos “con la presencia de Jesús”, de tal manera que esa certeza “los haga conscientes de su dignidad de amigos, de Dios y de los hombres, y que sean capaces de disipar las tinieblas que recubren este mundo alejado de su verdadera esencia”.