En un discurso dirigido a los miembros de la Confederación Nacional de Educación y Formación Profesional (CONFAP) de Italia, con motivo de su 50 aniversario, el Papa Francisco ha pedido rechazar dos tentaciones: la de la tecnofobia y la de la tecnocracia.
Durante la audiencia celebrada en el Aula Pablo VI en el Vaticano, el Pontífice ha considerado que la labor que desarrolla esta organización constituye “una contribución de vital importancia para la sociedad en la que vivimos” que es expresión, a su vez, “de la rica y variada espiritualidad de varios institutos religiosos, que tienen en su carisma el servicio a los jóvenes a través de la formación profesional”.
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Como parte de ese espíritu agradecido, el Papa Francisco ha ofrecido varias reflexiones en torno a las tres palabras que, a su juicio, caracterizan el compromiso de las entidades que forman la CONFAP: jóvenes, formación, profesión.
En referencia a los jóvenes, el Santo Padre ha subrayado que son “especialmente vulnerables, tanto por determinadas condiciones antropológicas como por diversos aspectos culturales de la época en que vivimos”.
Con esta expresión, no se ha referido solo a aquellos “que no siguen una formación ni una actividad, sino a ciertas opciones sociales que los exponen a los vientos de la dispersión y la degradación”.
Así, el Papa Francisco ha hecho un llamamiento concreto: “No perdáis de vista a nadie, estad atentos a los jóvenes, ocupaos de los que no han tenido oportunidades o proceden de situaciones sociales desfavorecidas. No todos han recibido el apoyo indispensable de la familia y de la comunidad cristiana, y estamos llamados a ocuparnos de ellos, porque a ninguno se le puede dejar a la puerta, especialmente a los más pobres y marginados”.
En segundo lugar, el Pontífice se ha referido a la formación, asegurando que “las transformaciones del trabajo son cada vez más complejas, entre otras cosas debido a las nuevas tecnologías y a la evolución de la inteligencia artificial”.
En este sentido, ha referido que “estamos llamados a rechazar dos tentaciones: por un lado, la tecnofobia, es decir, el miedo a la tecnología que lleva a rechazarla; por otro, la tecnocracia, es decir, la ilusión de que la tecnología puede resolver todos los problemas”.
“Junto a las competencias técnicas, —ha añadido— son importantes las virtudes humanas: una técnica sin humanidad se vuelve ambigua, arriesgada y no es verdaderamente humana, no es verdaderamente formativa” ya que “la formación debe ofrecer a los jóvenes herramientas para discernir entre las ofertas de empleo y las formas de explotación”.
En tercer lugar, el Papa Francisco se ha centrado en el significado de la profesión en la vida de los seres humanos.
A su entender, pese a que “el trabajo es un aspecto fundamental de nuestra vida y de nuestra vocación” en la actualidad se produce “una degradación del significado del trabajo, que cada vez se interpreta más en relación con ganar dinero que como expresión de la propia dignidad y contribución al bien común”.
En consecuencia, el Pontífice considera importante “que los itinerarios formativos estén al servicio del crecimiento integral de la persona, en sus dimensiones espiritual, cultural y laboral”.
Antes de concluir su intervención, el Papa Francisco ha señalado que “una buena formación profesional permite realizar un trabajo y, al mismo tiempo, descubrir el sentido de su propio ser en el mundo y en la sociedad”.