Este miércoles 1 de mayo, el Cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Católico Latino de Jerusalén, tomó finalmente posesión de su título cardenalicio en Roma después de haber pospuesto la ceremonia debido a la guerra que se vive en Tierra Santa.
La toma de posesión del cardenal, con el título de San Onofrio, estaba prevista para el pasado lunes 15 de abril, cuando el conflicto en Oriente Medio se vio agravado por el ataque perpetrado desde Irán a Israel.
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En la noche del sábado 13 de abril, el ejército de Israel informó que Irán lanzó decenas de misiles y drones desde su territorio, la mayoría de los cuales fueron interceptados fuera del territorio israelí por los sistemas de defensa antiaéreos de este país.
Por ello, el Patriarca, que tenía previsto viajar a Roma, tuvo que cancelarlo en el último momento y reprogramar la ceremonia.
Cabe recordar que Pierbattista Pizzabala fue creado cardenal por el Papa Francisco en el consistorio del 30 de septiembre de 2023 junto con otros 21 purpurados.
En su homilía de este 1 de mayo, impartida desde la iglesia romana de San Onofrio, el cardenal de origen italiano destacó que la Iglesia de Jerusalén es “la Iglesia madre”, en la que se encuentran “las raíces de la Iglesia universal”.
Reiteró también que se trata del “corazón central” de la vida de la Iglesia, aunque aseguró que esta universalidad “no está completa sin Pedro”.
En esta línea, afirmó que su púrpura “no es casualidad” y que unidos a Pedro, y Roma unido a Jerusalén, “completan en este cuadro con las raíces en Tierra Santa”.
“Ser cardenal no es sólo un título o un honor, es también una responsabilidad”, remarcó el Patriarca de Jerusalén.
También reflexionó sobre la verdadera alegría, que nace “de la profunda, serena y consciente” unión con el Señor.
“Vivimos los momentos más difíciles de nuestra historia”
Al referirse a la guerra que azota Tierra Santa, el cardenal lamentó que “estamos viviendo los momentos más difíciles de nuestra historia reciente” y subrayó que el impacto de este conflicto sobre la población “es enorme, más que cualquier otra guerra o conflicto”.
A continuación, señaló que "querríamos que Estados Unidos resolviera el problema, así como las negociaciones de paz”, aunque lamentó que de momento “no sucede nada”.
Explicó que el conflicto “no es el modo con el que crece el Reino de Dios” y aseguró que “crece en comunidad, serenamente”.
“El Reino de Dios no es un milagro, sino la semilla de la tierra que crece y da fruto, la que nace del corazón del amor de Dios”, expresó. Para el cardenal, el Reino de Dios “también se puede vivir dentro de la guerra”.
Aseveró que “el Cordero de Dios es la luz que ilumina la ciudad de Jerusalén” y aseguró que “estamos llamados a ser capaces de ver la realidad del mundo a través de la luz pascual, de Cristo muerto por amor y Resucitado por la fuerza del Espíritu Santo”.
Por último, instó a “buscar vías de reconciliación” y a “mantener unidas las palabras de verdad, justicia y perdón”.