En la Audiencia General de este 1 de mayo, el Papa Francisco reflexionó sobre la virtud de la fe, la que definió como “el don más feliz” y como “la única virtud que nos está permitido envidiar”.
Al inicio de su catequesis, el Santo Padre precisó que esta virtud es “teologal” porque sólo podemos vivirla gracias al don de Dios”.
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Precisó además que son “los grandes dones que Dios hace a nuestra capacidad moral”, al mismo tiempo que aseguró que “sin ellas podríamos ser prudentes, justos, fuertes y templados, pero no tendríamos ojos que ven incluso en la oscuridad, no tendríamos un corazón que ama incluso cuando no es amado, no tendríamos una esperanza que osa contra toda esperanza”.
Como recordó el Papa Francisco, el Catecismo de la Iglesia Católica explica que la fe es “el acto por el cual el ser humano se entrega libremente a Dios”.
Además, precisó que en las escrituras hay numerosos ejemplos de fe, como la que profesó Abraham, Moisés, y especialmente la Virgen María, quien al recibir el anuncio del Ángel, “que muchos habrían desechado por demasiado exigente y arriesgado”, responde: ‘He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra’.
“Con el corazón lleno de confianza en Dios, María emprende un camino del que no conoce ni la ruta ni los peligros”, recordó el Papa Francisco.
Según precisó el Santo Padre, “la fe es la virtud que hace al cristiano. Porque ser cristiano no es ante todo aceptar una cultura, con los valores que la acompañan, sino acoger y custodiar un vínculo: Dios y yo, mi persona y el rostro amable de Jesús”.
También puso de ejemplo el pasaje en el que los apóstoles temen hundirse en la barca debido a la tempestad. Los discípulos, expresó el Pontífice, “no se dan cuenta de que tienen ante sus ojos la solución: Jesús está allí con ellos, en la barca, en medio de la tormenta, y Jesús duerme, dice el Evangelio”.
“Cuando por fin lo despiertan, asustados e incluso enfadados porque creen que Él les deja morir, Jesús les reprende: ‘¿Por qué tienen miedo? ¿Todavía no tienen fe?’”, recordó.
En este sentido, explicó que no es la inteligencia o la razón los grandes enemigos de la fe, sino que es el miedo. “Por eso, la fe es el primer don que hay que acoger en la vida cristiana: un don que es preciso acoger y pedir cada día, para que se renueve en nosotros”, expresó.
Además, añadió que es un don que debe pedir para su hijo un padre cristiano. “Con ella, un padre sabe que, incluso en medio de las pruebas de la vida, su hijo no se ahogará en el miedo. Sabe también que, cuando deje de tener un padre en esta tierra, seguirá teniendo a Dios Padre en el cielo, que nunca le abandonará. Nuestro amor es frágil, sólo el amor de Dios vence la muerte”, aseguró.
Más tarde, precisó que “la fe no es de todos” y que, “incluso nosotros, que somos creyentes, a menudo nos damos cuenta de que solo tenemos una pequeña reserva”.
La fe “es el don más feliz, la única virtud que nos está permitido envidiar. Porque quien tiene fe está habitado por una fuerza que no es sólo humana; en efecto, la fe ‘suscita’ en nosotros la gracia y abre la mente al misterio de Dios”, expresó.
Al finalizar, el Papa Francisco animó a los fieles presentes en el Aula Pablo VI del Vaticano a gritar: “¡Señor, aumenta mi fe!”.
Durante los saludos a los peregrinos, el Papa Francisco recordó que este 1 de mayo se celebra a San José Obrero, y propuso a la familia de Nazaret como modelo de convivencia.
Asimismo, invitó a rezar a la Virgen María, especialmente durante el mes de mayo, y pedirle por el fin de las guerras en el mundo, sobre todo en Ucrania, Palestina, Israel y Myanmar.
Al término de la Audiencia General, reiteró que “la guerra es siempre una derrota”, y lamentó que las inversiones que dan más beneficio son las fábricas de armas: “Terrible, ganar con la muerte. Oremos por la paz”, concluyó.