Informaciones apuntan a que los franciscanos habrían adelantado al Obispado de Santander (España) la intención de abandonar el Santuario de Santo Toribio de Liébana, donde se custodia el mayor trozo de la Cruz de Cristo del mundo.
El pasado domingo, el Diario Montañés, rotativo de referencia en la región de Cantabria, al norte de España, afirmaba que la comunidad franciscana que se encarga de custodiar y atender a los peregrinos desde el año 1961, va a abandonar el lugar.
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El presidente de la Cofradía de la Santísima Cruz de Santo Toribio de Liébana, José Redondo, confirma a ACI Prensa que el provincial de los franciscanos de la Provincia de Aránzazu, P. José María Arregui, expuso recientemente su intención de que la exigua comunidad de tres frailes, todos de avanzada edad, se retirara del lugar.
Lo cierto es que la Provincia Franciscana de Aránzazu, a la que pertenecen los frailes, está compuesta por unos 80 frailes con una edad media también octogenaria, que está llamada a su extinción como entidad independiente y a fusionarse con la Provincia de la Inmaculada Concepción que abarca prácticamente todo el territorio español, con excepción de Galicia
Esta declaración de intenciones se produjo, de manera informal, durante la comida posterior a la clausura del 74º Año Jubilar, según afirma Redondo, en la que estaban presentes el provincial franciscano y el Obispo de Santander, Mons. Arturo Ros.
Según el presidente de la cofradía, el acuerdo entre los franciscanos y la diócesis estaría vigente hasta el año 2025, “y ahora habrá que ver si se acuerda adelantarlo”. Esto podría depender, asegura, de “algunas negociaciones en marcha” del Obispado con alguna institución religiosa para que se haga cargo del monasterio y de atender algunas parroquias de la zona.
De hecho, apunta, “ha habido interés de alguna orden, pero sólo en el monasterio”, lo que no sería la opción preferencial del Obispado, dado que el Arciprestazgo de la Santa Cruz se compone de 72 parroquias, de las cuales “el arcipreste, atiende 40 con ayuda de otro sacerdote”, apunta Redondo.
Fuentes del Obispado de Santander aseguran a ACI Prensa que, pese a que no hay nada oficial, “el Monasterio no se va a cerrar y el culto se mantendrá en todo caso” en el lugar donde se custodia esta importante reliquia.
Redondo subraya sobre la custodia de la cruz, que, “aunque ha habido bulos al respecto, el Lignum Crucis no se lo van a llevar los franciscanos, ni lo van a trasladar al Obispado”.
El “milagro” de la llegada de los franciscanos a Liébana
El Monasterio de Santo Toribio de Liébana es uno de los cinco lugares santos de la Iglesia Católica junto a Jerusalén, Roma, Santiago de Compostela y Caravaca de la Cruz, y se encontraba en un estado ruinoso después de años de abandono tras el proceso expropiador del siglo XIX, conocido como Desamortización de Mendizábal, y la Guerra Civil Española (1936-1939).
Según se detalla en el sitio web de la Cofradía de la Santísima Cruz de Santo Toribio de Liébana, fue Mons. José Eguino y Trecu, Obispo de Santander entre 1928 y 1961, el que, ante la negativa de órdenes contemplativas de hacerse cargo del lugar, pidió a los franciscanos del Santuario de Aránzazu (Guipúzcoa, España) que enviaran una comunidad para hacerse cargo.
Según detalla la cofradía, cuando fueron a inspeccionar el lugar “ la impresión negativa fue tan brutal que dijeron que no se hacían cargo de algo que estaba tan muerto, que lo único que se podía ofrecer era un respetable entierro”.
Sin embargo, el provincial franciscano de entonces, P. Benito Mendía, antes de regresar a Aránzazu, pidió unos minutos para orar ante el Lignum Crucis. “Al poco tiempo salió y de forma inesperada dijo: nos quedamos. Y ese fue el gran milagro, la transformación de un rotundo no, en un sí, después de orar unos minutos ante la Cruz”, detalla la cofradía.
Siete años después de su llegada, la Santa Sede amplió de una semana a un año completo el periodo jubilar a celebrar cada vez que la fiesta de Santo Toribio coincida en domingo.