El Papa Francisco ha presidido la Santa Misa celebrada en la Plaza de San Marcos de Venecia, a donde se ha desplazado este domingo con motivo de la participación de la Santa Sede con un pabellón a la Muestra Bienal de Arte de la ciudad italiana.
Tras reunirse con las reclusas del centro penitenciario femenino de Venecia y los artistas que han colaborado en el pabellón vaticano que participa en la cita artística, el Papa ha tenido oportunidad de encontrarse durante unos minutos con los jóvenes, en una mañana soleada.
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A su llegada a la icónica plaza veneciana, el Papa Francisco se ha desplazado entre los fieles congregados, unos 10.500 según la Oficina de prensa de la Santa Sede, en un papamóvil de dimensiones reducidas, parecido a un carrito de golf. La comitiva se ha detenido en algunas ocasiones para que el Pontífice pudiera besar y bendecir a algunos bebés. Algunos, en las zonas más estrechas, han logrado estrechar su mano.
Durante su homilía, el Papa Francisco ha subrayado que “sólo da fruto quien permanece unido a Jesús. En este sentido, ha señalado que “la metáfora de la vid, a la vez que expresa el cuidado amoroso de Dios por nosotros, por otra parte nos advierte, porque si rompemos este vínculo con el Señor, no podremos generar frutos de buena vida y nosotros mismos corremos el peligro de convertirnos en sarmientos secos que se desechan”.
El vínculo que se establece entre Cristo y sus discípulos “no aprisiona nuestra libertad, sino que, al contrario, nos abre para recibir la savia del amor de Dios, que multiplica nuestra alegría, nos cuida con el esmero de un buen viñador y hace brotar sarmientos incluso cuando la tierra de nuestra vida se vuelve árida”, ha desgranado el Pontífice.
En referencia a Venecia, unida con las aguas sobre las que fue edificada, el Papa Francisco ha señalado que la ciudad “sin el cuidado y la protección de este entorno natural podría incluso dejar de existir”.
De manera análoga, el Pontífice ha afirmado que “así es también nuestra vida: también nosotros, sumergidos desde tiempos inmemoriales en las fuentes del amor de Dios, hemos sido regenerados en el Bautismo, renacidos a una vida nueva por el agua y el Espíritu Santo, y colocados en Cristo como sarmientos en la vid”.
El Papa Francisco se ha detenido en la idea de, “habitar” en Señor, como sinónimo de permanecer. “Este verbo, habitar, no debe interpretarse como algo estático, como si quisiera decirnos que nos quedemos quietos, aparcados en la pasividad; en realidad, nos invita a ponernos en movimiento, porque permanecer en el Señor significa crecer en la relación con Él, dialogar con Él, acoger su Palabra, seguirle en el camino hacia el Reino de Dios”.
Por otro lado, el Pontífice ha señalado que el fruto de mantenerse unido a Cristo, no es un fruto cualquiera: “El fruto de los sarmientos en los que fluye la savia es la uva, y de la uva sale el vino, que es el signo mesiánico por excelencia. Porque Jesús, el Mesías enviado por el Padre, lleva el vino del amor de Dios al corazón humano y lo llena de alegría y esperanza”.
Volviendo la mirada de nuevo a la ciudad que ha acogido este primer viaje apostólico del Papa Francisco a Italia en 2024, ha señalado que si bien “admiramos su encantadora belleza”, también es cierto que “nos preocupan los numerosos problemas que la amenazan”, entre los que ha citado el cambio climático, la fragilidad de los edificios, la gestión del patrimonio cultural o la atención a sus habitantes con una gestión adecuada del turismo.
¿Cómo respondemos, ha preguntado el Pontífice, a estos desafíos dentro de la realidad que habitamos? Dando frutos “de justicia y paz, frutos de solidaridad y cuidado mutuo; opciones de cuidado del medio ambiente, pero también del patrimonio humano”. Esto implica que los barrios y comunidades “se conviertan en lugares hospitalarios, acogedores, inclusivos”.
El Papa Francisco ha concluido su homilía recordando que “el Evangelio, transformando y modelando nuestras vidas, también quiere hacer de nosotros artistas capaces de difundir por doquier los frutos del amor y de la alegría”.
El Patriarca de Venecia, Mons. Francesco Moraglia, ha sido el encargado de realizar el rito de la Consagración, mientras el Papa Francisco ha permanecido sentado.
Al concluir la celebración de la Eucaristía, Mons. Moraglia ha pronunciado unas palabras de agradecimiento hacia el Santo Padre. Como recuerdo de su visita a la ciudad, ha anunciado que la Iglesia Católica en Venecia “se propone poner a disposición de las personas frágiles, en particular de las mujeres en busca de reinserción social, ocho mini-albergues, espacios renovados en la Casa de la Caridad (antiguo convento de las Muneghette), que lleva el nombre de San José y está situada en el centro histórico de Venecia”.
Tras estas palabras, el Papa Francisco ha entregado un cáliz como recuerdo de su visita. A continuación, el Pontífice ha pronunciado unas breves palabras de agradecimiento antes del rezo del Regina Coeli.
Al salir de la Basílica de San Marcos, donde ha permanecido unos minutos para venerar a San Marcos Evangelista, se ha detenido un momento para saludar a algunos voluntarios de la Cruz Roja, así como a tres religiosas que le han saludado de forma efusiva y con las que ha estado departiendo durante unos minutos antes de impartirles su bendición.
También se acercaron a saludar al Santo Padre médicos de la Orden de Malta que habían servido como voluntarios durante la celebración de la Eucaristía. Así, el Papa Francisco alcanzó el embarcadero desde donde, transportado en una lancha motora, el cortejo pontificio se ha desplazado a la cárcel de mujeres de Venecia, desde donde el Papa Francisco ha volado en helicóptero de regreso a Roma.
Actualizado el 28 de abril de 2024 a las 12:39 h, GMT+2.