Este jueves 25 de abril, cerca de sesenta mil miembros de Acción Católica Italiana se reunieron en la Plaza de San Pedro del Vaticano para participar en un evento junto al Papa Francisco, celebrado bajo el título “Con los brazos abiertos”.
El Santo Padre recorrió la abarrotada plaza en el papamóvil mientras una banda de música animaba el evento. Tras saludar a los fieles, dirigió un discurso en el que propuso crear una “cultura del abrazo”.
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Al inicio, instó a los miles de fieles a no olvidar a las personas que sufren, y señaló que “el abrazo es una de las expresiones más espontáneas de la experiencia humana”.
“La vida del hombre se abre con un abrazo, el de sus padres, primer gesto de acogida, al que siguen muchos otros, que dan sentido y valor a los días y a los años, hasta el último, el de abandonar el camino terrenal. Y, sobre todo, está envuelto por el gran abrazo de Dios”, dijo el Pontífice.
Más tarde, el Papa Francisco preguntó: “¿Qué sería de nuestra vida y cómo podría realizarse la misión de la Iglesia sin estos abrazos?”.
En esta línea, el Santo Padre distinguió entre 3 tipos de abrazos: el que falta, el que salva y el que cambia vidas.
En cuanto al primero, el Papa Francisco lamentó que, a veces, “los brazos se vuelven rígidos y las manos se aprietan amenazadoramente, convirtiéndose ya no en vehículos de fraternidad, sino de rechazo, de oposición, incluso violenta a veces, signo de desconfianza hacia los demás, cercanos y lejanos, hasta el conflicto”.
“Cuando el abrazo se convierte en puño, es muy peligroso. En el origen de las guerras suele haber abrazos perdidos o rechazados, seguidos de prejuicios, malentendidos, sospechas, hasta el punto de ver al otro como un enemigo”, señaló.
Respecto al abrazo que salva, afirmó que “abrazar significa expresar valores positivos y fundamentales como el afecto, la estima, la confianza, el ánimo, la reconciliación, pero se hace aún más vital cuando lo experimentamos en la dimensión de la fe”.
“En efecto, en el centro de nuestra existencia está el abrazo misericordioso de Dios que salva, el abrazo del Padre bueno que se ha revelado en Cristo y cuyo rostro se refleja en cada uno de sus gestos: de perdón, de curación, de liberación, de servicio y cuyo desvelamiento alcanza su culmen en la Eucaristía y en la Cruz”, dijo el Pontífice.
El Papa Francisco les invitó a no perder “nunca de vista el abrazo del Padre que salva, paradigma de vida y corazón del Evangelio, modelo de la radicalidad del amor, que se alimenta e inspira en el don gratuito y siempre sobreabundante de Dios”.
Por último, el Pontífice aseguró que “un abrazo puede cambiar vidas, mostrar nuevos caminos, caminos de esperanza”.
“Seréis tanto más presencia de Cristo cuanto más sepáis sostener y apoyar con brazos misericordiosos y compasivos a cada hermano necesitado”, señaló a continuación.
El Papa Francisco reiteró que “la cultura del abrazo, a través de vuestros itinerarios personales y comunitarios, crecerá en la Iglesia y en la sociedad, renovando las relaciones familiares y educativas, renovando los procesos de reconciliación y de justicia, renovando los esfuerzos de comunión y de corresponsabilidad, construyendo vínculos para un futuro de paz”.
Por último, se refirió al Sínodo de la Sinodalidad y recordó “que está llegando a su tercera etapa, la más desafiante e importante, la profética”.
Para el Santo Padre “lo más importante de este Sínodo es la sinodalidad. Los temas, los asuntos, son para llevar adelante esta expresión de la Iglesia, que es la sinodalidad”.
“Por eso —continuó el Pontífice— hacen falta hombres y mujeres sinodales, que sepan dialogar, interrelacionarse, buscar juntos”.