Los miembros del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) señalaron que se ha vulnerado “el derecho inalienable a la vida” de Ana Estrada, la primera persona que accedió a la eutanasia en Perú tras un fallo de la Corte Suprema.
“No hay ninguna situación, ni elemento alguno que justifique dar muerte a un ser humano”, indicó la CEP en un comunicado difundido este 24 de abril.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
Ana Estrada, una psicóloga y activista de 47 años que sufría de polimiositis, una enfermedad degenerativa e incurable que debilita los músculos, falleció después de optar por la eutanasia el domingo 21 de abril.
A pesar de que esta práctica es ilegal y no está contemplada en la Constitución peruana, fue admitida por la Corte Suprema el 22 de julio de 2022, exclusivamente en el caso de Estrada, tras una larga batalla legal que comenzó en 2019.
La abogada de Estrada, Josefina Miró Quesada, confirmó en un comunicado que su cliente falleció “según sus propios términos” y “de acuerdo con su concepto de dignidad”.
No obstante, los obispos de Perú, citando la reciente declaración Dignitas infinita del Vaticano, recordaron que “la vida humana, incluso en su condición dolorosa, es portadora de una dignidad que debe respetarse siempre, que no puede perderse y cuyo respeto permanece incondicional”.
“El ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, posee una intrínseca dignidad que nadie puede negarla ni restarla. Esta dignidad se hace más profunda por la encarnación de Cristo, que tiene naturaleza humana y vive la experiencia del ser humano”, continuaron los obispos.
Además, resaltaron que “el cristianismo revela y confiesa que el cuerpo humano es templo del Espíritu Santo y, por tanto, la vida es un don de Dios recibido para cuidarla”.
Citando nuevamente a Dignitas infinita, señalaron que ayudar al suicida a quitarse la vida “es una ofensa objetiva contra la dignidad de la persona que lo pide, aunque con ello se cumpliese su deseo”.
“Debemos acompañar a la muerte, pero no provocar la muerte o ayudar cualquier forma de suicidio. La vida es un derecho, no la muerte, que debe ser acogida, no suministrada”, subraya el documento vaticano.
Más adelante, al citar las palabras del Papa Francisco, los obispos recordaron que la eutanasia y el suicidio asistido representan “una derrota para todos”.
Finalmente, en el contexto de la celebración de la Resurrección de Cristo, invitaron a la esperanza, la serenidad y al discernimiento ante las dificultades, recordando la certeza de la “resurrección final” y la importancia de mantener la fe incluso “frente a las dificultades”.