Al concluir su 124° Asamblea Plenaria, la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) envió un mensaje al pueblo de Dios, en el que destacan la necesidad de “amar a los demás y alegrar sus vidas” en tiempos difíciles.
En su mensaje, los prelados advierten que “hay muchas situaciones que atentan contra la dignidad infinita de la persona humana”, y en ese marco mencionan “la pandemia silenciosa del narcotráfico, que utiliza a los pobres como material de descarte, que promueve el sicariato, que seduce con dinero manchado de sangre a miembros del ámbito político, de la justicia y del mundo empresarial”.
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En segundo lugar, exponen que “a muchos abuelos y abuelas se les presenta el drama de elegir entre comer o comprar los medicamentos porque la jubilación no alcanza; cierran comedores comunitarios por falta de asistencia y muchos vecinos se quedan sin la posibilidad de esa comida en el día”.
“Se ataca la vida inocente que no ha nacido, y, a la vez, la igualmente sagrada vida de millones de niños y niñas ya nacidos que se debaten entre la miseria y la marginación”, lamentan.
“Asistimos a la discontinuidad de políticas públicas de integración de barrios populares, logradas con el consenso de gobiernos de distintos signos políticos y representantes legislativos”, denuncian los obispos, como también la situación de “familias despojadas de su tierra natal en beneficio de intereses económicos; hermanos que pierden su trabajo, que sienten que su vida está de sobra, y que no pueden poner el hombro en la construcción de la patria”.
Ante estos tiempos complejos, recuerdan una frase del santo chileno Alberto Hurtado: “En tiempos difíciles no nos tenemos que cansar de amar a los demás y de alegrar sus vidas”. Por eso, llaman a “un amor con gestos”, para “demostrarle a nuestro pueblo que entendemos su dolor”.
En la misma línea, exhortan: “Es hora de alegrar las vidas de tantos hermanos que la están pasando muy mal”, no con euforia ni con un optimismo ingenuo sino con verdadera alegría, que “tiene que ver con el sentido de la vida, con la experiencia de tener un horizonte”.
“En el actual contexto económico y social argentino es fundamental sostenernos en esa alegría, una alegría profunda y duradera, la que nace del encuentro con el Señor. Es una alegría que nos libera de la desesperanza y del desaliento, evitando transformarnos en profetas de calamidades que sólo desparraman pánico y angustia”, afirman.
“Estamos convencidos que el amor con gestos concretos y la alegría son el anuncio más explícito del Evangelio en una sociedad que parece vivir en el constante enfrentamiento, donde priman el individualismo y una libertad sin amor”, resumen.
Finalmente, piden “el don de la esperanza que nos sostiene en tiempos difíciles y a la vez nos anima hacia adelante sin bajar los brazos, tomados de la mano de los más vulnerables con los que vamos haciendo camino para, entre todos, construir la Patria de fraternidad que anhelamos y por la que tantos dieron su vida”.