Este miércoles 17 de abril, la Iglesia Católica en Colombia despidió al Cardenal Pedro Rubiano Sáenz, quien falleció el lunes a los 91 años y que será recordado por su gran labor a favor de los necesitados, los migrantes y la paz en el país.
Los restos del purpurado fueron recibidos en horas de la mañana en la Catedral Metropolitana de Bogotá por sus hermanos sacerdotes y obispos, por numerosos fieles, religiosos, así como por autoridades locales y militares.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
A la ceremonia también asistieron el Nuncio Apostólico en Colombia, Mons. Paolo Rudelli; y el Arzobispo Emérito de Bogotá, Cardenal Rubén Salazar.
Al ingresar al templo, el Arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), Cardenal Luis José Rueda Aparicio, fue el encargado de elevar una primera oración por el descanso de su predecesor y de asperjar sobre el ataúd el agua bendita.
Posteriormente, tras ser llevado en procesión hasta el altar, fueron depositados sobre el ataúd la vestimenta litúrgica que en vida vistió el Cardenal Rubiano, el báculo que portó como pastor, su mitra episcopal y un ejemplar del Evangelio, como signo de su labor misionera de 68 años en Colombia.
“El Cardenal Pedro Rubiano Sáenz llevó en su vida de bautizado el tesoro del amor de Dios Padre, la gracia de Jesucristo, el Pastor hermoso, y el fuego misionero del Espíritu Santo”, afirmó el Arzobispo de Bogotá durante su homilía.
Y es que el Cardenal Rubiano Sáenz desarrolló una labor fructífera para la Iglesia y para Colombia: presidió el Episcopado durante tres periodos y fue Obispo de Cúcuta, Arzobispo de Cali y Arzobispo de Bogotá.
En la capital colombiana, el fallecido cardenal creó el Banco de Alimentos de Bogotá —replicado en otras ciudades del país—, la Fundación de Atención al Migrante, conformó la escuela del diaconado permanente, fundó el Seminario Redemptoris Mater e impulsó la creación de las diócesis urbanas de Soacha, Fontibón y Engativá.
A nivel nacional, recordó el Cardenal Rueda Aparicio, el fallecido purpurado “creó la Comisión de Conciliación Nacional en medio de la durísima situación social de Colombia en la década de los 90”. Asimismo, ordenó a nueve obispos.
El Arzobispo de Bogotá señaló a los asistentes que el Cardenal Rubiano llevó adelante “la hermosa misión encomendada no sólo en su juventud llena de alegría, de ideales y de misterios gozosos, sino también, y sobre todo, recluido en el silencio de una habitación, ofreciendo su cuerpo en medio de tratamientos médicos, asociado a la Pasión de Cristo”.
Posiblemente, expresó, “estos misterios dolorosos vividos en la enfermedad, por caminos que sólo Dios conoce” fueron igual o mucho más fecundos.
“La historia contará, de manera completa, el legado de sus obras. Su misión apostólica será motivo de gratitud del Pueblo fiel de Dios, y su esperanza lo llevará a la casa de Dios nuestro Padre, donde se colmarán todos los anhelos de su vida”, manifestó el Cardenal Rueda Aparicio.
Luego de la Comunión, los restos del Cardenal Pedro Rubiano fueron llevados en procesión hasta la capilla de Nuestra Señora de los Dolores, ubicada en la parte posterior de la catedral, donde fueron depositados en presencia de familiares, obispos y sacerdotes.
¿Quién fue el Cardenal Pedro Rubiano?
El Cardenal Pedro Rubiano Sáenz nació el 13 de septiembre de 1932 en Cartago, en el departamento colombiano del Valle del Cauca.
Inició los estudios de Filosofía en el Seminario Mayor de Popayán y los de Teología en la Universidad de Laval en Canadá, donde obtuvo la licenciatura en Sagrada Teología. Más tarde se formó en Ciencias Sociales y Doctrina Social de la Iglesia en el Instituto de Estudios Sociales de Santiago de Chile.
Fue ordenado sacerdote el 8 de julio de 1956, en la Arquidiócesis de Cali.
Entre las labores que desempeñó, el Cardenal Rubiano fue vicepresidente del Episcopado entre 1987 y 1990; y presidente en los periodos 1990-1993, 1993-1996 y 2002-2005.
También fue Obispo de Cúcuta de 1971 a 1983, Arzobispo de Cali entre 1985 y 1994,
Administrador Apostólico de Popayán entre abril de 1990 y enero de 1991, y finalmente Arzobispo de Bogotá entre 1995 y 2010.
Fue creado cardenal por San Juan Pablo II, el 21 de febrero de 2001.
El Papa Benedicto XVI le aceptó la renuncia como Arzobispo de Bogotá el 8 de julio de 2010, a los 77 años de edad.