El Vaticano anunció que el Papa Francisco aprobó un milagro obrado por intercesión de la Beata Elena Guerra, conocida como “la abuela de la Renovación Carismática”, con lo cual sólo queda por definir la fecha de su canonización para ser proclamada santa.
La Oficina de Prensa del Vaticano informó el sábado 13 de abril que el Papa Francisco autorizó al Dicasterio para las Causas de los Santos la publicación del decreto que reconoce el milagro obrado por intercesión de la Beata italiana, cuya vida estuvo marcada por una intensa devoción al Espíritu Santo.
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Biografía de la Beata Elena Guerra
Elena Guerra nació el 23 de junio de 1835 en Lucca, en la región de Toscana (Italia). Tras haber nacido en el seno de una familia cristiana, desde pequeña se involucró en el servicio a los pobres.
Cuando tenía 20 años mostró una especial sensibilidad a las experiencias de vida en comunidad. Fundó así el Jardín de María y Amistades Espirituales; dos grupos para mujeres laicas.
En abril de 1870, refiere el sitio web de la Renovación Carismática Católica en Perú, peregrina a Roma con su padre y vive una profunda experiencia de Dios tras visitar las catacumbas. Después de visitar al Papa Pío IX, decide consagrarse y ofrecer su vida por el papado.
Poco a poco crece en Elena una especial devoción al Espíritu Santo, la marca que la llevaría a convertirse en “la abuela” de los carismáticos, aunque murió décadas antes del inicio de esta importante institución católica.
Comienza entonces a enviarle cartas al Papa León XIII, que serían en total 12. En la primera lamenta la poca atención al Espíritu Santo que veía en la Iglesia Católica: “Santo Padre, el mundo es perverso, el espíritu de Satanás triunfa en nuestra sociedad pervertida y arranca del Corazón de Jesús una multitud de almas; y en este terrible estado de cosas los cristianos no dedican ningún pensamiento a dirigir súplicas unánimes a Aquel que puede ‘renovar la faz de la tierra’”.
“Las personas recomiendan todo tipo de devociones, pero mantienen silencio sobre esa única devoción que, según el Espíritu Santo de la Iglesia, debería ser la primera y principal (…) ¿cuándo escuchamos alguna vez un sermón en honor del Espíritu Santo, Aquel que modela a los santos?”, agrega.
La insistencia de “la abuela de los carismáticos” habría alentado la labor de León XIII, quien escribió tres documentos sobre el Espíritu Santo: El breve Provida Matris en 1985; la encíclica Divinum illud munus en 1897.
Juan Pablo II recordaría en marzo de 1991 que el tercer texto es la carta Ad fovendum, de 1902, sobre “la devoción del pueblo cristiano a su divina Perona, estableciendo en su honor una novena especial, dedicada en particular a obtener el bien de la unidad entre los cristianos”.
La Beata siguió trabajando por promover la devoción al Espíritu Santo y le envió a León XIII una novena de Pentecostés titulada “El Nuevo Cenáculo”.
León XIII la recibió en octubre de 1897, quien la animó a seguir en la promoción de la devoción al Espíritu Santo y le concedió que el grupo de religiosas que dirigía, que inició en 1872 como Instituto de Santa Zita, tomara el nombre de Oblatas del Espíritu Santo.
Murió el 11 de abril de 1914, habiendo sido rechazada y calumniada por las hermanas de la comunidad que fundó. El Papa San Juan XXIII la beatificó el 26 de abril de 1959 y la llamó la “Apóstol del Espíritu Santo”.
San Juan XXIII y la Beata Elena Guerra
“Así como Santa Margarita María Alacoque fue el humilde instrumento que Dios utilizó para difundir el culto al Sagrado Corazón de Jesús, lo mismo puede decirse de la Beata Elena Guerra respecto de la devoción al Espíritu Santo”, dijo Juan XXIII al hablar a una delegación llegada para la beatificación de “la abuela de la Renovación Carismática”.
“Como Magdalena que fue la apóstol de la Resurrección del Señor al Príncipe de los Apóstoles, así desde su Lucca natal escribió filialmente a Nuestro Predecesor León XIII para explicarle sus planes. Aquel gran anciano prestó atención a sus súplicas, y su mirada de águila vio en ellas casi un signo de los tiempos”, comentó.
Si desde entonces “la Iglesia celebra con mayor solemnidad la novena de Pentecostés, si se abrieron nuevos horizontes de santidad y de apostolado a tantas almas dóciles al llamamiento del Pontífice, podemos pensar con gratitud en ella”, la Beata Elena Guerra, que permitió que la devoción al Espíritu Santo “invadiera toda la Iglesia”.