El Cardenal Baltazar Porras, Arzobispo de Caracas (Venezuela), clausuró el I Encuentro Internacional de Capellanes y Sacerdotes Taurinos, realizado del 5 al 7 de abril en Zamora (España).
La Misa de clausura se iba a celebrar originalmente en la Plaza de Toros del municipio de Toro, pero debido a la fuerte lluvia se ofició en la iglesia de San Vicente Mártir.
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En su homilía, informa el diario español La Opinión, el purpurado venezolano agradeció a las instituciones involucradas en el encuentro, así como a los sacerdotes y público asistente.
El Cardenal Porras expresó su deseo de que los lazos entre Caracas y Zamora sean cada vez “más fuertes” y resaltó además que ha sentido “el cariño de los zamoranos por la calle” durante su estancia.
En una intervención realizada el día anterior, el Arzobispo de Caracas comentó que las corridas de toros o tauromaquia puede considerarse una celebración profana pero no pagana, “porque en la vida hay que enfrentarse a tantas situaciones que tenemos que superar. Es una permanente lucha de muchas formas de muerte: física, anímica,... y hay que aprender a superarlas con garbo y con elegancia, como el buen toreo".
Por ello, continuó, a una corrida de toros también se puede ir a "aprender" algo que es "un aprendizaje para la vida".
Tras señalar que en el toreo existe una “trilogía” de toreros, médicos y sacerdotes "que nos complementamos los unos a los otros", el Cardenal Porras resaltó que la tauromaquia "cultiva una serie de amistades que van mucho más allá".
El evento, en el que han participado unos 50 sacerdotes y que fue realizado en el Seminario de San Atilano de Zamora, fue inaugurado por el conocido torero, ya retirado, José Ortega Cano, quien desarrolló su carrera en las corridas de toros en las décadas de 1980 y 1990.
El torero comentó en el evento que asistía por su deseo de “defender la fiesta de los toros porque los toreros nos jugamos la vida y eso es algo que hay que respetar”.
El P. José Inés Galván, de San Luis Potosí (México), dijo a su turno que en las corridas de toros “hay un encuentro con la muerte", pero también "un encuentro con la vida que ha dado Dios" y contó que cada cierto tiempo ofrece una "homilía taurina" en la plaza donde es capellán, que es "hacer una analogía del toreo con la vida de toda persona".
¿Son pecado las corridas de toros?
El P. Eduardo Hayen Cuarón, capellán de la plaza de toros Alberto Balderas de Ciudad Juárez en México, publicó el 1 de abril una respuesta a la pregunta en la red social X (antes Twitter), precisando que “si una persona asiste a una corrida de toros por afición a la violencia, a la saña, a la sangre y a la crueldad, tal persona no solamente comete un pecado mortal sino que muy probablemente deba consultar a un psicólogo”.
“Es extremadamente raro que una persona acuda a un coso taurino con esos fines sádicos”, precisó.
El sacerdote mexicano indicó luego que “los aficionados a las corridas de toros en países como España, Francia, México, Portugal, Colombia, Venezuela, Perú y Ecuador, asisten a las plazas para ver un espectáculo donde se confrontan la inteligencia y las destrezas físicas de un hombre y la ferocidad de la naturaleza salvaje encarnada en el toro. Fuera de estos países las corridas de toros son bastante incomprendidas, sobre todo bajo la presión de la ideología animalista”.
“El toro de lidia es un animal único cuya naturaleza es la bravura y la pelea. Sus cualidades son aprovechadas para crear este espectáculo en el que el público va a admirar las cualidades del animal, así como la valentía, la inteligencia y la destreza del matador”, prosiguió.
“Los olés que resuenan en las plazas son expresión de un público que se emociona, no por el sufrimiento del bóvido, sino por la estética con que el torero hace su faena”, añadió el capellán taurino.
Entonces, resaltó el sacerdote mexicano, “ser torero o participar de alguna manera en los espectáculos taurinos, ya sea teniendo parte directamente en ellos, o asistiendo a las plazas de toros por los motivos que he mencionado, no es ningún pecado mortal”.
El sacerdote recordó luego que el Papa San Pío V decretó en el siglo XVI la excomunión para quienes fomentaran las corridas de toros, pero no por el maltrato animal sino por poner en riesgo la vida humana. Lo hizo mediante la bula De salutis gregis dominici de 1567
“Hoy la lidia está perfectamente reglamentada y es raro que un torero muera por un percance en el ruedo. Perecen hoy más personas por deportes de alto riesgo, como es el alpinismo, que toreros en las astas del toro. Luego de que San Pío V hiciera ese decreto de prohibición, la bula no tuvo eficacia y fue abolida por sus sucesores”, destacó el presbítero.
Un espectáculo “creyente y cristiano”
El sacerdote Antonio Romero Padilla, párroco de San Martín de Tours en la localidad sevillana de Carrión de los Céspedes y aficionado a la tauromaquia, conversó con ACI Prensa en 2022 y comentó que “los toros no son un espectáculo pagano, sino uno profundamente creyente y cristiano".
Este es el motivo por el que "ha pervivido en la cultura más católica y más cristiana del mundo que es la española".
El presbítero español recordó además que muchos símbolos y tradiciones de la tauromaquia tienen relación con la fe, como cuando se bendice a los toros antes de las corridas “como una muestra de mostrar el señorío de Dios en la Creación".
También es costumbre que los toreros se retiren a una pequeña capilla presente en las plazas, atendidas por un capellán, antes de comenzar la corrida. "En ese ratito de la capilla, tan íntimo y tan profundo, el torero se siente débil y al mismo tiempo divino. Extasiado y a la vez menesteroso", indicó el P. Romero.