Al recibir este sábado a los voluntarios de la Cruz Roja italiana, el Papa Francisco exhortó a cultivar la fraternidad y permanecer al lado de las personas más necesitadas, especialmente en este tiempo en el que “crecen, como cizaña, el racismo y el desprecio”.
En su discurso, el Santo Padre agradeció a los integrantes de esta institución que cumple 160 años, sobre todo por su presencia en aquellos lugares donde "el estruendo de las armas ahoga el grito del pueblo, su anhelo de paz y su deseo de futuro".
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En ese sentido, afirmó que la fraternidad es posible cuando la labor está inspirada “en los principios de humanidad, imparcialidad, neutralidad, independencia, voluntariado, unidad y universalidad”.
“Si se pone a la persona en el centro, podemos dialogar, trabajar juntos por el bien común, superando las divisiones, derribando los muros de la enemistad, superando la lógica del interés y del poder que ciega y convierte al otro en enemigo. Para el creyente cada persona es sagrada. Toda criatura humana es amada por Dios y, por ello, portadora de derechos inalienables”, expresó.
El Papa Francisco lamentó que actualmente en la sociedad importe el “yo” más que el “nosotros” y el pequeño grupo más que el todos. “Es una sociedad egoísta en este sentido”, señaló.
En ese sentido, reafirmó que “cada persona tiene su dignidad y merece nuestra atención: no podemos mirar hacia otro lado ni descartarla por sus condiciones, su discapacidad, su origen o su estatus social”.
“Por esto —expresó—, los exhorto a seguir estando al lado de los hermanos y hermanas que tienen necesidad, con competencia, generosidad y dedicación, sobre todo en un tiempo en el que crecen, como cizaña, el racismo y el desprecio”.
El Pontífice también señaló que los niños están entre las personas más vulnerables y que muchos de ellos han llegado a Italia huyendo de la guerra en Ucrania. “¿Saben una cosa? Que estos niños no sonríen, han olvidado la capacidad de sonreír. Eso es malo para un niño, pensemos en ello”, manifestó.
Ante este panorama, el Papa Francisco llamó a globalizar la solidaridad, “operando a nivel nacional e internacional”, pues “ningún contexto puede decirse libre de sufrimiento, libre de heridas del cuerpo y del alma”.
Para ello “necesitamos normas que garanticen los derechos humanos en todos los lugares, prácticas que alimenten la cultura del encuentro y personas capaces de mirar el mundo con una perspectiva amplia, mirando al horizonte, a todos los que están allí”.
Finalmente, el Santo Padre alentó a los voluntarios de la Cruz Roja italiana a “ser instrumentos de fraternidad y de paz, protagonistas de la caridad y constructores de un mundo fraterno y solidario”.