El observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Nueva York, Mons. Gabriele Caccia, reiteró la necesidad de “promover una paz duradera” e indicó que en este propósito se puede enfocar el desarrollo de las tecnologías emergentes.
“El verdadero progreso sólo puede encontrarse en la aplicación de las tecnologías emergentes a la búsqueda de la justicia y la paz, y no a la agravación de las desigualdades y los conflictos”, afirmó el prelado citando el mensaje del Papa Francisco para la 57ª Jornada Mundial de la Paz, que se celebró el 1 de enero de 2024.
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Vatican News informó que Mons. Caccia participó en la sesión de la Comisión de Desarme de la ONU donde se trató sobre las tecnologías emergentes. En esta reiteró el llamado de la Santa Sede a evitar que la sociedad caiga en el riesgo del “paradigma tecnocrático”, es decir, creer que “todo progreso tecnológico es inherentemente legítimo y meritorio”.
En ese sentido, yendo al campo militar, el representante vaticano se refirió al “desarrollo y el uso de sistemas de armas letales autónomas (LAWS)”, que son dirigidas a través de la inteligencia artificial.
Estas, “sin un control humano adecuado plantearía problemas éticos fundamentales, dado que los LAWS nunca pueden ser sujetos moralmente responsables y capaces de respetar el derecho internacional humanitario”, señaló Mons. Caccia.
Por ello, el arzobispo pidió “garantizar una supervisión humana adecuada, significativa y coherente de los sistemas de armas”.
Mons. Caccia advirtió que si no se tienen en cuenta la búsqueda de la justicia y la protección de los derechos humanos, “será difícil generar confianza de una manera que promueva una paz duradera”.
El pasado 4 de marzo, Mons. Ettore Balestrero, observador permanente de la Santa Sede ante la ONU en Ginebra, también transmitió la preocupación del Vaticano por el aumento del uso de armas dirigidas por la inteligencia artificial y el riesgo que conlleva darles “la última palabra” sobre la vida de las personas.
Mons. Balestrero explicó que la utilización de estas armas también lleva a “una menor percepción de la devastación que causan y de la responsabilidad de su uso, contribuyendo a un enfoque aún más frío y distante de la inmensa tragedia de la guerra”.