Como “un signo precioso” fue calificada la experiencia misionera que vivieron cerca de 150 sacerdotes de la Arquidiócesis de Bogotá (Colombia), quienes durante el tiempo de Cuaresma visitaron 18 hospitales y 4 centros penitenciarios para llevar esperanza a través de la administración de los sacramentos y la predicación.
Se trató de una experiencia alentada por el Arzobispo de Bogotá, Cardenal Luis José Rueda Aparicio, y por la Diaconía para el Desarrollo Humano Integral, en la que también participaron varios seminaristas y animadores de la evangelización que forman parte de las pastorales penitenciaria y de la salud.
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En una nota publicada por El Catolicismo, medio informativo de la Arquidiócesis de Bogotá, se indicó que los sacerdotes “administraron los sacramentos de la Penitencia y la Unción de los Enfermos” y acogieron a las personas “en la escucha, acercando la Palabra de Dios en escenarios de fragilidad humana y necesidad de fortaleza espiritual”.
Uno de los participantes fue el P. Gabriel Méndez, párroco de la iglesia Santa Inés, quien destacó que esta experiencia de Cuaresma ha sido “un signo precioso, porque la esencia de ser sacerdote está en el acompañar” y “caminar con las ovejas, en todo tiempo y lugar”.
“Participamos en esta acción misericordiosa sacerdotal, compartiendo el Vía Crucis con los enfermos y con el personal médico del Hospital de La Victoria”, y también, momentos de oración y cercanía en otros hospitales de la ciudad, relató.
Por su parte, el P. Saúl Montenegro, párroco en San Isidro, explicó que con la compasión y la misericordia se busca que los enfermos, personal de salud, personal penitenciario, presos y familiares, “encuentren a un Dios cercano, a un Dios que ama, a un Dios que sana”.
Así, uno de los lugares que fueron visitados fue el Complejo Carcelario y Penitenciario Metropolitano - La Picota. El capellán de este centro, el P. Juan Carlos Carballo, afirmó que las visitas han tenido un impacto positivo, pues invitar a la “sanación interior desde la persona de Jesucristo”, lleva a las personas “un mensaje de reconciliación, de reconocimiento del error, pero siempre desde la comprensión y la misericordia”.
El P. Pablo Gonzales, párroco en San Pedro Julián Eymard, afirmó que esta llamada a la conversión “servirá para una reintegración a la sociedad y para una reconciliación con la propia historia”.
En ese sentido, el P. Edison Cadena Bustos, capellán de planta en la cárcel La Picota, aseguró que “para los internos estas jornadas de misericordia son una gran bendición, porque es la presencia de la Iglesia”, sobre todo teniendo en cuenta “la magnitud de la población a acompañar”, que en este centro penitenciario llega a las 9.000 personas.