Desde principios de marzo, la situación política y social de Haití se ha agravado de manera exponencial. Allí, los católicos viven su fe de manera “extremadamente heroica” sorteando todo tipo de dificultades, según expresó María Lozano, responsable de prensa de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN, por sus siglas en inglés).
Haití –considerado por el Banco Mundial como el país más pobre de América Latina y el Caribe— se ha visto envuelto en un espiral de violencia incontrolable, desatado por el libre accionar de bandas criminales que controlan alrededor del 80% del territorio de Puerto Príncipe, la capital del país. La policía haitiana, hasta hoy, no ha podido controlar la situación.
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Sacerdotes, religiosas y laicos han sido secuestrados en diversas oportunidades por estos grupos delictivos, algunos de los cuales todavía hoy permanecen en cautiverio.
El Episcopado local se ha manifestado en repetidas ocasiones sobre la coyuntura, expresando su cercanía con los más vulnerables y pidiendo que se alcancen acuerdos que pongan fin a los abusos.
El Papa Francisco se ha referido en varias ocasiones a la difícil realidad haitiana a lo largo de los últimos años, pidiendo que se trabaje por la paz y el bienestar de los más vulnerables, además de solicitar la liberación de los religiosos secuestrados.
“Invito a todos los actores y políticos sociales a abandonar todo interés particular y a esforzarse con espíritu solidario en la búsqueda del bien común, sosteniendo una transición serena en un país que, con la ayuda de la comunidad internacional, sea dotado de sólidas instituciones capaces de devolver el orden y la tranquilidad entre sus ciudadanos”, exhortó el Pontífice, el 17 de marzo de 2024, al concluir el rezo del Ángelus.
Pero, ¿cómo llegó Haití a tan grave estado de anarquía? Fue a partir de una sucesión de acontecimientos que, desde hace al menos tres años, han trastocado la paz y la convivencia ciudadana:
2021: Un magnicidio y un terremoto
En la madrugada del 7 de julio de 2021, un grupo de hombres asesinó al entonces presidente haitiano Jovenel Moïse. Durante su mandato fueron frecuentes los disturbios y las protestas antigubernamentales.
Entonces, los obispos haitianos condenaron el crimen e hicieron un llamado para que se superaran los intereses grupales, se depusieran las armas y se eligiera la vida y la paz por encima de la violencia y el odio.
El 20 de julio, el primer ministro Ariel Henry asumió la presidencia interina de Haití, un cargo que aún desempeña, a pesar de los constantes pronunciamientos de la Iglesia Católica local, para que entregue el poder a “líderes legítimos elegidos por el pueblo mediante elecciones”.
Henry firmó el 11 de septiembre de 2021 un acuerdo para la conformación de un gobierno de transición consensuado con los partidos políticos de la oposición. En ese momento se pactó realizar elecciones presidenciales a principios de 2022.
Ese mismo año, el 14 de agosto, un fuerte terremoto de 7,2 grados de intensidad en la escala de Richter sacudió el país caribeño, hundiendo aún más su precaria economía y profundizando la crisis política y social. Se registraron 2.248 muertes y casi 13.000 heridos.
2022 y 2023: Se agrava la crisis. Intervención militar internacional en Haití
Durante casi todo 2022, se volvieron cada vez más comunes los enfrentamientos entre bandas criminales, sobre todo en la capital, y cientos de personas fueron asesinadas en las calles haitianas.
Subieron los precios del combustible y el gobierno solicitó por primera vez el despliegue de fuerzas militares internacionales para controlar la situación.
El 7 de febrero de 2022, fecha en que terminaba el mandato constitucional del fallecido presidente Moïse, Henry se negó a renunciar y prometió establecer una nueva fecha para las elecciones presidenciales en el futuro cercano.
Ya en 2023, Kenia prometió enviar 1.000 policías al país, en el marco de un acuerdo de seguridad con el Grupo de Amigos de Haití. En octubre, un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) indicó que la violencia en el país había aumentado considerablemente desde 2022.
También en octubre de 2023, la ONU aprobó el despliegue (por un año) de una fuerza multinacional de asistencia a la policía de Haití, después de que fuera solicitada por el propio presidente Henry y respaldada de inmediato por el secretario general António Guterres en 2022.
Hasta el momento, esta asistencia no se ha concretado, entre otras cosas debido a las dudas de diversas naciones sobre la legitimidad del gobierno inconstitucional de Henry.
2024: La violencia se desborda en Haití
El 1 de marzo, Henry firmó en Nairobi (Kenia) el acuerdo de seguridad para asistir a la policía haitiana. El 28 de febrero, el primer ministro de Bahamas expresó que Henry se había comprometido a celebrar elecciones antes del 31 de agosto de 2025.
Mientras crecían las protestas para pedir la renuncia de Henry, el 2 de marzo las bandas criminales asaltaron las dos cárceles más grandes de Haití, liberando a 5.400 presos aproximadamente. El gobierno decretó el estado de emergencia y toque de queda por un mes.
Más de 362.000 personas han sido obligadas a huir de sus hogares, de las cuales 180.000 son niños, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de la ONU. En las últimas semanas la violencia ha alcanzado nuevos niveles, y los grupos criminales han asesinado a decenas de personas inocentes.
El 12 de marzo, Henry anunció —desde Puerto Rico— que renunciaría a su cargo cuando se establezca en el país un “consejo presidencial de transición y el nombramiento de un primer ministro interino”. Además resaltó que “Haití necesita paz, estabilidad y un desarrollo duradero”.
¿Cómo afecta la violencia a los católicos en Haití?
En una entrevista con ACI Prensa, la responsable de prensa de ACN remarcó que la situación política del país “ha sido desastrosa desde 2021, con el asesinato del presidente”. Después de este acontecimiento, puntualiza Lozano, el país ha pasado a estar “a la deriva”. Además, señala que los cristianos locales viven cotidianamente con un “terrible miedo”.
“A pesar de todo esto, el testimonio que nos llega es que ese pueblo haitiano sigue haciendo todo lo posible por vivir muy de cerca su fe”, añadió.
“Es una situación de tremendo sufrimiento, pero también de tremenda fe y un testimonio maravilloso de un pueblo haitiano que, a pesar de todo lo que está viendo, no se viene abajo”, afirmó Lozano.
De igual forma, una religiosa que trabaja en Haití —cuyo nombre no quiso revelar por motivos de seguridad— señaló a ACI Prensa que “el panorama es desolador” y que la mayoría de los haitianos “están como secuestrados en sus casas”.
“El haitiano tiene una capacidad de sufrimiento increíble y una capacidad de resistencia única”, afirmó.
La monja indicó que “la gente teme salir”, porque en cada barrio “hay un grupo armado”. Sin embargo, precisó que para ella “es muy edificante” poder presenciar cómo los haitianos custodian y mantienen su fe, poniendo toda su confianza en Dios.
“En medio de las dificultades invocan a Dios. Tienen una gran capacidad de hacer frente a la adversidad de la vida y transforman su dolor en una fuerza motora para superarse y salir fortalecidos. Viven en la alegría y son los promotores —a veces sin querer— de su propio destino”, remarcó la religiosa española.
Para ella, esta es una experiencia transformadora que fortalece su fe y su estado de vida como consagrada. “Para poder llegar a la luz hay que pasar por la cruz”, indicó. Además, considera admirable la tenacidad de los católicos que, pese a todo, han querido asistir a su parroquias para los oficios religiosos.
Lozano, por su parte, comentó que una de las prioridades de ACN es hacer todo lo posible “porque los cristianos no se sientan solos”. Por ello, organizan diversos proyectos de acompañamiento como retiros y cursos de formación, especialmente para los jóvenes.
La fundación pontificia también ha apoyado a las diferentes radios diocesanas en Haití, “para que sean la voz de la Iglesia en los lugares más lejanos”. En materia eléctrica, ACN ha provisto de paneles solares a diferentes localidades, para ayudar a aliviar la gran carencia de servicios públicos.
La fundación también se dedica a apoyar al clero haitiano, para que puedan tener un respiro y sea algo más sencillo poder seguir siendo un apoyo para la población ante tanto sufrimiento.
Lozano considera de gran relevancia el papel de los obispos del país, que han llamado constantemente al entendimiento. En ese sentido, manifestó que ACN se sumó a la convocatoria de los prelados del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), para este 22 de marzo, de una Jornada Continental de Oración, para pedir a Dios por la paz en la nación caribeña.
Por último, la religiosa en Haití destacó también el esfuerzo de la Iglesia local. “Sentimos de parte del Arzobispo, y de todos los obispos, declaraciones que buscan mantener la esperanza en medio del dolor”, afirmó.
“La oración mueve corazones y les agradezco, en nombre de todos los religiosos y de todas las personas que estamos aquí, una oración muy especial por Haití”, concluyó.