Cinco años después de los devastadores ataques que sufrieron las iglesias de la Asunción y la Veracruz en Santiago de Chile, el P. Pedro Narbona, párroco de ambos templos que actualmente siguen en escombros, compartió las lecciones de fe que surgieron de la destrucción.
En octubre de 2019, Chile fue testigo de protestas masivas provocadas por el anuncio del aumento de tarifas del sistema de transporte en Santiago. Lo que comenzó como manifestaciones pacíficas pronto se intensificó, resultando en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad y actos vandálicos, incluyendo el saqueo y la quema de propiedades públicas y privadas.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
Entre los blancos de estos ataques se encontraban templos católicos, como la iglesia de la Veracruz, incendiada durante las protestas. La iglesia de la Asunción, saqueada en noviembre de 2019 y nuevamente en octubre de 2020, resultó gravemente dañada por un incendio provocado por manifestantes.
La otra parroquia de la Vera Cruz en #Chile acaba de ser quemada. ¿Por qué tanto odio? La iglesia católica sostiene 115.352 obras de ayuda como hospitales, colegios, asilos... Pedimos oraciones por el párroco Pedro, asistente eclesiástico de la fundacion #ACN. pic.twitter.com/To9r8wVdg6
— ACN International (@acn_int_es) November 13, 2019
Estos ataques no fueron incidentes aislados; entre 2018 y 2020, un total de 59 iglesias y capillas fueron atacadas y vandalizadas en Chile, según el informe Libertad Religiosa en el Mundo 2021 de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN).
Entrevistado por ACI Prensa, el P. Narbona compartió que, a pesar de que sus templos aún se encuentran cerrados, tanto él como su comunidad han logrado encontrar lecciones de fe.
La primera enseñanza, como él lo describe, es que “nos podrán quitar todo lo material, pero la fe no nos la pueden quitar”. Para el sacerdote, “es un signo hermoso y muestra una comunidad que ve más allá de la tragedia”.
En otro punto, el P. Narbona resalta que se comprendió que todos los bautizados “somos Iglesia y somos responsables de ella. Esto, señala, “fortaleció el sentido de comunidad y responsabilidad compartida” entre los fieles, a pesar del ambiente de “mucho dolor”.
El sacerdote indicó que luego del incidente, su comunidad y organizaciones se acercaron para “pintar y arreglar lo que quedó”.
Otra lección que surgió de esta experiencia es la importancia de “vivir el Evangelio en la vida cotidiana”.
En un principio, el sacerdote señaló que surgió la “interrogante de pensar ‘¿cuál es el valor de nuestra fe?’”. El P. Narbona explicó que se comprendió que “no es sólo rezar”, sino que “la fe se vive, fundamentalmente”.
“Esa creencia la tengo que encarnar y tengo que llevarla a la vida, en mi trabajo, en mi familia, en mi casa, en lo que hace usted, en todo lo que hacemos cada uno de nosotros”.
En cuanto a los planes de levantar nuevamente las iglesias católicas, el P. Narbona indicó que están a la espera de que el gobierno les otorgue los “permisos necesarios para comenzar el proceso de reconstrucción”, un proceso que llevará tiempo.