La presidencia del Episcopado colombiano y los obispos de los departamentos de Nariño y Cauca hicieron un llamado urgente a lograr el desescalamiento de la violencia en ambas regiones y llevar a las poblaciones afectadas la atención humanitaria que necesitan.
El llamado fue expresado a través de un comunicado firmado por los obispos de ambos departamentos, ubicados en la costa sur del Pacífico colombiano, y por los miembros de la presidencia de la Conferencia Episcopal Colombiana (CEC).
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Hace unos días, Caracol informó que los enfrentamientos entre grupos armados en la zona rural del municipio de Balboa, en Cauca, obligaron al desplazamiento de unas 270 personas, quienes han tenido que ser instaladas en un albergue temporal.
En el caso de Nariño, el diario El Colombiano indicó que unas 2.000 familias del municipio de Magüí Payán han huido hasta la zona urbana debido a los enfrentamientos entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN), las disidencias de las FARC y un grupo que se hace llamar Autodefensas Unidas de Nariño.
Los enfrentamientos entre grupos armados también han afectado el municipio nariñense de Leiva, del cual han sido desplazadas 150 familias de la zona rural.
En el comunicado con fecha 11 de marzo, los prelados lamentan “el terror que causa el fuego de las armas, la muerte y daño en la integridad física y emocional, el desarraigo de la tierra, los desplazamientos y confinamientos, las minas antipersonales, la ruptura del tejido comunitario, las afectaciones a los ecosistemas”.
Por ello, afirman que valoran “los esfuerzos de construcción de espacios de diálogo entre el Estado y los grupos alzados en armas”, y pidieron que estos den frutos en los territorios afectados, con “libertades para los ciudadanos, que anhelan vivir al lado de sus seres queridos con sosiego, alegría, justicia y seguridad”.
Asimismo, exhortan a los grupos armados a acoger este llamado para así lograr “el desescalamiento del conflicto en nuestras regiones, facilite la atención humanitaria de emergencia y permita a nuestras comunidades el retorno seguro a sus habituales lugares de vida y trabajo en unión con sus familias”.
Tras elevar sus plegarias a Dios para que “nos enseñe a vernos y tratarnos como hermanos”, los obispos reiteraron su “permanente disposición de trabajo en favor de la causa de la paz en Colombia”.