Al pie del Pic Macaya, la montaña más alta de Haití, una parroquia creada en agosto de 2023 se ha convertido en un faro de paz y armonía en medio del caos, la violencia y la muerte que reinan en el país. Su párroco, el camiliano Massimo Miraglio, trabaja por construir un mejor futuro, luchando “contra el odio y el resentimiento”.
Desde hace varias semanas, el pueblo haitiano ha sido golpeado por la violencia de las bandas criminales que operan libremente en el país, especialmente en Puerto Príncipe, donde controlan el 80% del territorio sin oposición alguna de la policía.
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El P. Miraglio, de origen italiano, expresó en una entrevista con Vatican News que el florecer de la nueva comunidad de creyentes lo considera un milagro, teniendo en cuenta la difícil realidad nacional.
“Lo que más me llamó la atención de esta gente es su energía, las ganas de trabajar, las ganas de dejar atrás, con dificultad, el dolor del tributo de sangre derramado por su pueblo en los últimos meses”, afirmó el párroco de la iglesia dedicada a la Virgen del Perpetuo Socorro.
El sacerdote cuenta que los grupos criminales que operan en Haití no dejan nada en pie a su paso. “Ministerios, aeropuerto, cárceles, comisarías: todo destruido. Por no hablar de los hospitales: bajo los ataques, cierran uno tras otro". Además, indicó que los muertos son incontables, que se ven por montones en las esquinas y que en su mayoría son jóvenes.
La parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se creó en la ciudad de Pourcine, hace menos de un año por petición de Mons. Joseph Gontran Décoste, Obispo de Jérémie, para representar “una futura reconciliación nacional”.
“Con este gesto, la gente de la zona se sintió amada, sintió que podía salir del aislamiento y del miedo en el que habían caído. También pudo, en parte, empezar a olvidar los dramáticos efectos del huracán Matthew en 2016 y el terremoto de 2021”, comentó el P. Miraglio.
Así, el desafío del sacerdote camiliano es demostrar que solo con la unión los haitianos pueden combatir el odio y la desesperación. En la zona donde se ubica la parroquia hay muchas carencias: no hay escuela ni dispensario médico, pero el objetivo de la comunidad es construirlos “con la contribución de todos”.
Esta ha sido la mentalidad que la Iglesia Católica ha intentado imprimir en la sociedad de Haití, una acción pacificadora impulsada por sus sacerdotes y religiosas, que atienden con especial predilección a los más vulnerables.
“Cuando cese esta violencia —concluye el P. Miraglio— la Iglesia no podrá no participar en la reconstrucción de la esperanza. Haití necesita un plan preciso en el que involucrar a las fuerzas sanas del país. Y la Iglesia tiene la autoridad para ayudar a lograr este objetivo”.
La Iglesia en América Latina se solidariza con Haití
El Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM) envió un mensaje de solidaridad a Mons. Max Leroy Mésidor, presidente de la Conferencia Episcopal de Haití (CEH) y a todo el pueblo de ese país por la creciente violencia de las últimas semanas.
En el comunicado, la junta directiva del CELAM afirma seguir “con mucha preocupación” las noticias acerca de la grave crisis social, alimentaria y de seguridad que atraviesa el país caribeño. Asimismo, agradeció a Mons. Mésidor y a todos los obispos haitianos por su testimonio de entrega y por “hacer presente la luz de la fe en medio de tanta oscuridad”.
El CELAM puso a disposición su colaboración, aunque precisó que “no conoce los medios más apropiados” para hacer llegar la ayuda, por lo que pidió al presidente de la CEH que especifique “con confianza” qué se puede hacer para apoyar a la Iglesia local. Este espíritu de colaboración, continúa la junta directiva del CELAM, es compartido por todos los obispos de la Iglesia latinoamericana y caribeña.
Por último, el CELAM señaló que siguen implorando al Señor para que abra las mentes y los corazones “de los que deben tomar las decisiones para alcanzar la paz y el bien común”.