EDUARDO

El Pueblo de Dios en Sudán del Sur necesita urgentemente apoyo externo, expresó el presidente de la Comisión de Desarrollo Humano Integral de la Conferencia Episcopal Católica de Sudán (SCBC).

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En una carta del 8 de marzo dirigida al “jefe de la red Caritas, a las personas de buena voluntad y a la comunidad internacional”, Mons. Eduardo Hiiboro Kussala describió la desesperada situación de sus compatriotas, asegurando que están “al borde de la miseria” y “pereciendo lentamente”, en medio de los desafíos ocasionados por los conflictos violentos y el covid-19.

“Nuestro pueblo sigue sufriendo los efectos de emergencias complejas, que todavía se experimentan en muchas partes del país, incluidas aquellas zonas que antes eran pacíficas”, dijo Mons. Hiiboro Kussala, Obispo de Tombura-Yambia (Sudán del Sur).

En su carta, el prelado indicó que el número de desplazados internos “ha aumentado enormemente en todo el país”. Explicó que son sudaneses del sur “que viven en condiciones deplorables y que están hambrientos”.

Asimismo, señaló que “las mujeres, los niños, los ancianos y las personas con discapacidades” son los más afectados por las condiciones en la nación de África central y oriental.

Mons. Hiiboro Kussala pintó un panorama sombrío de la situación de las mujeres, las niñas y los niños en el país más joven del mundo, que obtuvo su independencia de Sudán en julio de 2011.

“Consideremos a la madre de Sudán del Sur que ve morir a su hijo a causa de la desnutrición causada por el hambre extrema; el joven que muere en el hospital porque no hay medicamento para tratarlo; la niña de 9 años que por un trozo de bambe (papa) se ve obligada a vender su cuerpo; y la anciana demacrada que yace dentro de su choza destartalada esperando que la muerte le quite su sufrimiento”, relató.

El obispo añadió que “quienes todavía viven en sus hogares se enfrentan igualmente al hambre, ya que la mayoría de ellos, irónicamente, han tenido que abandonar sus fuentes de sustento en un intento por salvar sus vidas”. “La mayoría de los niños en edad escolar han tenido que dejar la escuela debido a la inseguridad y al temor de ser reclutados a la fuerza para servir como soldados en los conflictos”, señaló.

Estos desafíos se han visto agravados por los efectos negativos que trajeron las restricciones por el covid-19, lamentó Mons. Hiiboro Kussala, como el colapso de la economía del país.

Explicó que la pandemia “hizo que muchas personas perdieran sus empleos y medios de vida, lo que provocó que quienes antes eran autosuficientes se volvieran dependientes de personas que les simpatizaban”.

Los desafíos del Pueblo de Dios en Sudán del Sur han empeorado por la “inflación vertiginosa” del país, señaló el obispo, y agregó que “muchas personas ya no pueden permitirse comprar ni siquiera los alimentos más baratos. Como resultado, los niveles de pobreza en el país han aumentado y el número de familias que pasan hambre ha aumentado”.

Además, el estado del país se ha agravado “por inundaciones en algunas zonas y graves sequías en otras”, lamentó. Manifestó que pareciera que Sudán del Sur está dando “vueltas en círculos de una calamidad a otra y viceversa. La realidad más triste es nuestra incapacidad para superar los efectos de estas calamidades y proteger a nuestro pueblo contra ellas”.

El prelado teme que, a menos que se aborden estos problemas, su pueblo no sobreviva, “especialmente porque la mayoría de la población (64%) son jóvenes indefensos que no tienen ninguna fuente de ingresos, mientras que la mayor parte del 36% restante son personas mayores”.

Como presidente de la Comisión para el Desarrollo Humano Integral de la SCBC, que reúne a los obispos católicos de Sudán y Sudán del Sur, Mons. Hiiboro Kussala pidió apoyo externo, implorándoles que “no se cansen de que llamemos a sus puertas una y otra vez... porque son nuestra única esperanza y, por tanto, luz al final del túnel”.

“Ya no se trata del país y sus dirigentes, sino del pueblo de Sudán del Sur, que está pereciendo lentamente”, manifestó el obispo.

El prelado reconoció con agradecimiento el apoyo de la comunidad internacional a lo largo de los años. “Han sido nuestra ancla en medio de aguas turbulentas, y sólo podemos decirles gracias y orar para que el buen Dios les recompense de una manera que sólo él puede hacerlo”, expresó en su carta.

Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en ACI África.