La Hna. Paésie, cuyo nombre de pila es Claire Joelle Phillipe, es una religiosa misionera francesa, fundadora de la Asociación Familia Kizito, quien conversó con EWTN Noticias sobre la situación “de violencia extrema” que atraviesa Haití, además de su trabajo humanitario y evangelizador con los niños más vulnerables del país.
La Asociación Familia Kizito brinda apoyo material y espiritual a las obras de caridad dedicadas sobre todo a niños que viven en las calles y los presos. A la organización pertenecen religiosas consagradas, sacerdotes y laicos dedicados a servir a los más vulnerables de la Arquidiócesis de Puerto Príncipe.
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El fin de semana pasado (1 al 3 de marzo), miembros armados de bandas criminales invadieron las dos cárceles más grandes del país, liberaron a los reclusos y desataron una explosión de violencia que obligó a las autoridades a decretar un toque de queda nocturno y el estado de emergencia.
El gobierno haitiano manifestó que concentraría sus esfuerzos en encontrar a los fugados y ordenó a la policía “que utilizara todos los medios legales a su disposición para hacer cumplir el toque de queda y detener a todos los infractores”.
Cerca del 80% del territorio de la capital, Puerto Príncipe, está controlado por bandas criminales. La Hna. Paésie comenta que esto sucede desde hace varios años, pero que el poder de estas organizaciones ha crecido recientemente y que se han unido entre rivales para alcanzar sus objetivos, especialmente liberar a los presos de las cárceles.
Aproximadamente 5.400 reclusos escaparon de las dos prisiones más grandes del país y, desde el jueves pasado, nueve personas han sido asesinadas, víctimas de los ataques de las bandas a las instituciones estatales.
A pesar de la peligrosa realidad haitiana, la religiosa puntualizó que “la Iglesia continúa su misión en las parroquias”, pero que “muchas escuelas católicas han tenido que cerrar, al igual que otras escuelas, debido al nivel de violencia”.
Asimismo añadió que “también hay algunas iglesias en las que los sacerdotes han tenido que marcharse porque la zona ha sido tomada por diferentes bandas, pero en general, las parroquias siguen funcionando y el trabajo de la Iglesia también”.
El hospital católico San Francisco de Sales, uno de los principales hospitales de Haití, fue atacado también la semana pasada.
En algunas localidades el trabajo de la Iglesia se ha interrumpido, pero instituciones “como las escuelas de la Familia Kizito, siguen funcionando”, manifestó la Hna. Paésie.
Aún no está claro cuál es el objetivo de las organizaciones criminales que operan en Puerto Príncipe, pero la religiosa sentencia que podría ser simplemente el de “ganar dinero”. Y agregó “que tienen diferentes objetivos y propósitos según quién esté detrás de ellos, quién les pague”.
Esta semana, otra monja, la Hna. María Catozza, afirmó que “es posible” que estos grupos criminales busquen convertir al país en un lugar sin ley donde puedan gestionar mejor su negocio.
“Al estar en el centro del Caribe, Haití es un lugar ideal como punto de tránsito para la cocaína procedente de Colombia y México con destino a los ricos mercados de Occidente”, indicó Catozza.
La labor de la Hna. Paésie se enfoca principalmente en los niños haitianos, y en generar un ambiente de paz en el que puedan resguardarse de la violencia, ir a la escuela y jugar libremente. También donde puedan aprender a amar a Jesús y aprender de la fe católica.
“Tenemos algunas escuelas especiales, tres escuelas en estas zonas golpeadas para unos mil cien niños y también tenemos hogares para niños y niñas que han estado en las calles”, concluyó la fundadora de la Familia Kizito, resaltando además la importancia de la labor que se realiza en estos lugares, especialmente en medio de un contexto tan violento.