El Papa Francisco ha pedido que el descubrimiento de papel de la mujer en la Iglesia se haga “sin presiones ni desgarros”, durante un encuentro con los participantes en el Congreso Internacional Interuniversitario La mujer en la Iglesia: artífices de humanidad que se desarrolla en la Universidad de la Santa Cruz este jueves y viernes.
Al igual que en la mayoría de sus intervenciones de los últimos días, el Papa Francisco ha cedido la lectura de su intervención a un colaborador debido a su estado de salud. En esta ocasión la responsabilidad ha recaído en el P. Pierluigi Girolli, quien ya desempeñó la misma función durante la Audiencia General de este miércoles.
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En referencia a las mujeres, el Papa Francisco señala que “la Iglesia las necesita, porque la Iglesia es mujer: es hija, esposa y madre, y ¿quién mejor que la mujer para revelarnos su rostro?”. En este sentido, ha elevado una petición: “Ayudémonos, sin presiones ni desgarros, sino con un atento discernimiento, dóciles a la voz del Espíritu Santo y fieles en la comunión, a encontrar caminos adecuados para que la grandeza y el papel de las mujeres sean más valorados en el Pueblo de Dios”.
Al inicio del discurso, se ha destacado el nombre de diez santas católicas que “en diferentes épocas y culturas, con estilos distintos, y con iniciativas de caridad, de educación y de oración, han dado una prueba de cómo el “genio femenino” puede reflejar, en modo único, la santidad de Dios en el mundo”.
Son Josefina Bakhita, Magdalena de Jesús, Isabel Ana Seton, María de la Cruz MacKillop, Laura Montoya, Catalina Tekakwitha, Teresa de Calcuta, Rebeca de Himlaya ar-Rayyas, María Beltrame Quattrocchi y Daphrose Mukasanga.
Las mujeres, artífices de humanidad
El Papa Francisco ha querido destacar el título del simposio universitario que define a las mujeres como “artífices de humanidad”, subrayando que “son palabras que evocan aún más claramente la naturaleza de su vocación, la de ser “artesanas”, colaboradoras del Creador al servicio de la vida, del bien común, de la paz”.
El Pontífice se ha fijado a continuación en dos aspectos de esta misión: el estilo y la formación.
Respecto del estilo, el Santo Padre ha subrayado que, en un tiempo en el que “la humanidad necesita sentirse amada”. En mitad de la violencia, la guerra y el influjo de “las ideologías que ahogan los sentimientos más hermosos del corazón”, el Pontífice considera que “la aportación femenina es más indispensable que nunca” porque la mujer “sabe unir con la ternura”.
“La mujer, con su capacidad única de compasión, con su intuición y su tendencia natural a ‘cuidar’, sabe en modo sublime ser, para la sociedad, ‘inteligencia y corazón, que ama y que une’, llevando amor donde no lo hay, y poniendo humanidad donde al ser humano le cuesta encontrarse a sí mismo”, ha añadido.
Respecto de la formación el Papa Francisco ha planteado que “la santidad puede volverse como una especie de línea educativa transversal en el planteamiento global del conocimiento”.
En este sentido, expresó su convicción de que “es importante conocer a los santos, particularmente a las santas, en toda la profundidad y especificidad de su humanidad, de este modo la formación será aún más capaz de tocar a cada persona en su integridad y en su singularidad”.
Antes de concluir, el Pontífice ha remarcado que el hecho de que las mujeres sigan sufriendo violencia, desigualdad, injusticia y maltrato “resulta todavía más escandaloso si es provocado por quienes profesan la fe en el Dios ‘nacido una mujer’”.
A esto se añade que existe “una forma grave de discriminación” ligada a la formación de la mujer que consiste en que “en muchos contextos dicha formación es temida, sin embargo, el camino hacia sociedades mejores pasa justamente por la educación de las niñas, de las adolescentes, de las jóvenes, de la que se beneficia el desarrollo humano”.