En Haití, desde el pasado domingo 3 de marzo, “la situación es aterradora”, según expresó la Hna. Marcella Catozza, una religiosa franciscana, a la agencia vaticana Fides. El país caribeño vive una crisis de violencia y de inseguridad sin precedentes. Además, se desconoce el paradero del primer ministro Ariel Henry.
El fin de semana pasado, miembros armados de bandas criminales invadieron las dos cárceles más grandes del país, liberaron a los reclusos y desataron una explosión de violencia que obligó a las autoridades a decretar un toque de queda nocturno y a declarar estado de emergencia durante 72 horas.
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El gobierno haitiano manifestó que concentraría sus esfuerzos en encontrar a los fugados y ordenó a la policía “que utilizara todos los medios legales a su disposición para hacer cumplir el toque de queda y detener a todos los infractores”.
Las bandas atacaron el aeropuerto internacional Toussaint Louverture, buscando arrestar al primer ministro, Ariel Henry, que volvía de Nairobi (Kenia), donde firmó un acuerdo de cooperación policial entre ambos países, alentado por la ONU, para hacer frente al crimen organizado.
“Las bandas atacaron varios edificios públicos (incluidas las cárceles) y privados, entre ellos el hospital católico San Francisco de Sales, en Puerto Príncipe”, puntualizó la Hna. Catozza. “El hecho que hay que subrayar es que estas bandas, que hasta el jueves pasado se mataban entre ellas, el viernes se unieron para atacar las instituciones”, agregó.
La religiosa franciscana se dedica a actividades caritativas y pastorales en el país caribeño desde hace varios años. Durante este tiempo, ha aprendido a entender la realidad haitiana, por lo que manifiestó que detrás de los ataques “existe una mente política”, que los criminales no actúan por su cuenta y que tal vez sea “la misma que contrató el asesinato del presidente Jovenel Moïse, en 2021”.
“Hay que tener en cuenta que las bandas están equipadas con armas y medios sofisticados, por no hablar de los machetes; incluso tienen drones para detectar los movimientos de la policía, que parece incapaz de detenerlas”, afirmó.
A pesar de todo, la Hna. Catozza aclara que por el momento “solo se puede especular”, pero que incluso se conoce que en Haití existe la presencia de “cinco cárteles mexicanos de la droga” desde hace algunos años.
Sobre esto, la religiosa explica que “es posible” que estos grupos criminales busquen convertir al país en un lugar sin ley donde puedan gestionar mejor su negocio. “Al estar en el centro del Caribe, Haití es un lugar ideal como punto de tránsito para la cocaína procedente de Colombia y México con destino a los ricos mercados de Occidente”, indicó.
Aproximadamente 5.400 reclusos escaparon de ambas prisiones y, desde el jueves pasado, nueve personas han sido asesinadas, víctimas de los ataques de las bandas a las instituciones estatales. Cerca del 80% del territorio de Puerto Príncipe es controlado por el crimen organizado.
¿Qué han dicho los obispos católicos ante la crisis en Haití?
A mediados de febrero, los obispos haitianos calificaron de “impostor” a Ariel Henry, e hicieron un “enérgico llamado” para que considera la gravísima situación de violencia actual y tomara la “decisión sabia” de transferir el poder pacíficamente a “líderes legítimos elegidos por el pueblo mediante elecciones”.
El mensaje de los prelados no fue escuchado por el primer ministro, y —según el Episcopado— está “usurpando” el puesto.
“Además de ser un depredador de los derechos humanos, usted se ha convertido en un peligroso impostor, condenado a ejercer una delirante dictadura en un intento de permanecer ilegalmente en el poder”, sentenciaron los obispos en un comunicado publicado el 11 de febrero.