Cada 27 de febrero la Iglesia Católica celebra a San Gabriel de la Dolorosa, por cuya intercesión fueron curados milagrosamente varios enfermos a través de los sueños. En esta ocasión les compartimos cuatro testimonios.
En el libro San Gabriel de la Dolorosa, taumaturgo de Dios, el P. Ángel Peña, agustino recoleto, recoge estos milagros que son descritos entre los volúmenes 1 y 2 de la obra San Gabriele dell'Addolorata. 100 anni di miracoli per bambini 1892-1992 (San Gabriel de la Dolorosa. 100 años de milagros para los niños 1892-1992).
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1. El trozo de carne
Uno de los milagros más impactantes por intercesión del santo es el que se dio en Antonieta Di Marco, quien tenía apenas cuatro años. En 1894, la niña empezó a sufrir de fiebre, dolores de estómago y la nariz se le hinchó a tal punto que no podía respirar bien. Cuando la pequeña estaba casi al borde de la muerte, soñó con San Gabriel.
Como si fuera un doctor, el santo le tomó el pulso, le tocó la barriga y luego le apretó la nariz, de la que salió un trozo de carne semiseco. Luego le indicó que estaba curada, pero que quedaría con dolor de cabeza y por ello debía rezar. Antonieta despertó y le mostró a su mamá el pedazo de carne. La niña ya no tenía fiebre y su madre la llevó al sepulcro del santo, tal como él pidió. Más adelante se curó por completo.
2. El vestido negro
Otro hecho inexplicable es el de Giovanna Scurti, quien siendo muy pequeña enfermó de “una lesión tubercular en una forma cerrada con glándula, que le impedía la respiración y le hacía toser mucho”. En 1948, cuando sucedió esto, dicha enfermedad no tenía cura.
Sus papás encomendaron a Giovanna a San Gabriel. La pequeña despertó de dormir, le dijo a su madre que había visto al santo diciéndole que estaba curada y pidiéndole lo siguiente: “Debes llevar durante un año el vestido negro como yo”. La pequeña se sanó por completo a los pocos días y los padres le pusieron “el vestido negro de San Gabriel”.
3. Ante la tumba
Una madre de familia de nombre Elisabetta tuvo un parto difícil y quedó con la espina dorsal desviada. Más adelante, unas llagas llenas de pus le salieron en el pecho. Así sufrió por unos 10 años hasta que en 1950 soñó con San Gabriel. El santo le indicó que le obtendría “la gracia” de curarse si lo iba a visitar.
La mujer despertó y posteriormente se fue hasta la tumba del santo. Allí gritó desesperada: “San Gabriel, hazme morir, porque no puedo más”. Regresó a casa sin ver mejoras, pero le dio fiebre alta y las llagas cambiaron de color. Al quinto día vio que las heridas estaban curadas. Elisabetta tuvo otro hijo, y como agradecimiento le puso de nombre Gabriel.
4. Los polvos del sepulcro
En 1968 el niño Antonio Guardiani empezó a padecer fiebre alta y dolores en la cabeza. Los médicos le detectaron meningitis. Una enfermedad que, según la Organización Mundial de la Salud, “es la inflamación de los tejidos que rodean el cerebro y la médula espinal”. Además, indica que “tiene una alta tasa de letalidad” y es un “problema mundial de salud pública”.
Cierto día, el pequeño Antonio le dijo a su mamá que había soñado con San Gabriel, quien le dijo: “Antonio, he venido a buscarte a tu casa, pero tú no estabas. No tengas miedo. Levántate, que estás curado y toma estos polvos (de su sepulcro)”.
Antes que se lo dijera a su sorprendida madre, el niño le contó del sueño a su abuela, quien justo tenía en su bolsillo unos polvos del sepulcro del santo. Ella se los hizo tomar con agua y cuando llegó el médico Antonio estaba curado. Todos se asombraron en el hospital.
“Es importante anotar que nosotros, los familiares, rezábamos continuamente a San Gabriel. En la primavera de 1969 fuimos al santuario para agradecer al santo protector y dar cuenta de la curación”, declaró la mamá.