El Arzobispo de Valencia (España) Mons. Enrique Benavent, ha recordado que el sufrimiento de las personas “no es ajeno a Dios” durante una Misa celebrada en el barrio de Campanar, donde el pasado viernes se desató un pavoroso incendio que se cobró la vida de 10 personas.
El prelado subrayó que “no creemos en un Dios lejano, en un Dios impasible, creemos en un Dios solidario con el sufrimiento de la humanidad y que ha hecho suyos en su Hijo Jesucristo todos los sufrimientos de la sociedad. Creemos en un Dios que ha experimentado todo el dolor de la humanidad y no es ajeno a este dolor sino que lo ha hecho suyo”.
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Ante la tragedia, que provocó un mensaje de condolencias del Papa Francisco, Mons. Benavent ha querido ahondar en el misterio de la fraternidad humana, que “nos debe llevar a estar cerca de ellos, a sentirlos hermanos, a participar en su sufrimientos y a orar por ellos, por sus familias”, según expresó en referencia a los fallecidos, heridos y a los que se han quedado sin casa ni posesiones.
“Cuando ocurre una cosa así aparece el dolor más extremo pero también gracias a Dios muchas veces encontramos ejemplo y testimonio de una gran solidaridad y una gran fraternidad entre las personas. Por eso, también hemos de saber reconocer el testimonio de generosidad, de hermandad, de donación, incluso de arriesgar la vida por otros”, añadió.
El sacerdote católico que llegó en el primer momento
Esta fraternidad y la propuesta solidaria de la Iglesia Católica la encarnó en primer lugar en esta tragedia el P. Emilio Hernández, párroco de San Luis Obispo en la Archidiócesis de Valencia, quien se acercó hasta el lugar del suceso desde el primer momento para ponerse a disposición de las autoridades y los damnificados.
Según testimonió este fin de semana en COPE, emisora de la Conferencia Episcopal Española, cuando llegó al lugar del suceso, era aún un momento “de mucha expectación”, ya que eran las primeras horas del incendio y “era un espectáculo muy sobrecogedor”.
Al llegar, encontró el hospital de campaña donde se atendía a los primeros heridos. Allí contactó con el Jefe de la Policía Local “para, en nombre de la Iglesia, en nombre de la Diócesis, pues ofrecerles todas las instalaciones de las parroquias, en fin, toda la disponibilidad para lo que pudiera necesitar”.
Ante la tragedia, el sacerdote expuso que rezar “es lo más importante que podemos hacer ante una situación así” a pesar de que experimentamos “una gran impotencia humana”. Ante la realidad muerte, añadió, “no podemos hacer nada, pero nos acogemos a la fe y confiamos en el poder de Dios”.
En el mismo programa radiofónico, el Obispo de Getafe, Mons. Ginés García Beltrán, expuso que “la vida del hombre es muy efímera, muy vulnerable” y que las palabras evangélicas “velad porque no sabéis ni el día ni la hora” no deben inducir miedo: “Son una llamada a la esperanza y a vivir según cómo queremos morir”, de tal manera que “nuestra muerte sea el sello de la vida”.
Para el prelado, estas situaciones dramáticas “son momentos para llorar, ciertamente, porque el Señor lloró. Pero también para centrar nuestra vida, para ver dónde está el centro y el sentido verdadero de nuestra vida”.