Los obispos católicos del estado mexicano de Guerrero enviaron un mensaje a los miembros del crimen organizado, expresándoles que “nadie tiene derecho a matar, abusar sexualmente, robar, mentir, esclavizar; mucho menos a convertirlo en un negocio o en un medio de intimidación”.
Este pronunciamiento se realizó el 18 de febrero, en el contexto de la difusión del reciente encuentro que sostuvieron los cuatro obispos de la Provincia Eclesiástica de Acapulco con miembros del crimen organizado, en un esfuerzo por buscar la paz en una región azotada por enfrentamientos y muerte.
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Los cuatro obispos que se reunieron con los grupos criminales firman el comunicado: Mons. Leopoldo González, Arzobispo de Acapulco; Mons. José de Jesús González, Obispo de Chilpancingo-Chilapa; Mons. Dagoberto Sosa, Obispo de Tlapa; y el Obispo de Ciudad Altamirano, Mons. Joel Ocampo.
Los obispos se dirigen en su mensaje a “aquellos que han hecho del crimen un estilo de vida”, exigiendo que “cesen en sus abusos en contra de las personas, de las familias, de los pueblos y ciudades”.
De la misma forma, instan a las autoridades gubernamentales a que no permitan “ser rebasados por aquellos que intentan apoderarse del ánimo, de la vida económica y del futuro de nuestros municipios”.
Los prelados alertan que el “descontento social aumenta ante el clima de impunidad”, lo que ha llevado a los pueblos en la región a asumir los “roles que deberían corresponder a las fuerzas del orden”.
“El grito ensordecedor de las personas y familias que han sido víctimas de múltiples formas de violencia tiene que ser escuchado por todos aquellos que deben asegurar la legalidad en nuestro estado y país”, expresan los obispos.
A las familias y las comunidades de creyentes, hacen un llamado para fomentar “constantes actitudes de paz” y así evitar “engrosar las filas de quienes promueven la cultura de la muerte”.
Frente al “recrudecimiento de la violencia” en el estado de Guerrero, los obispos aseguran que no pueden “quedar en silencio”, ya que están “llamados a ser profetas y constructores de la justicia y de la paz y defensores del derecho a la vida, de la dignidad humana y de los débiles”.
En el mensaje también advierten la necesidad de generar un “ambiente libre de intimidación y violencia para conservar nuestra integridad física y psicológica”, en el que se pueda “trabajar honestamente, consolidar el patrimonio material y disfrutar de nuestra familia”.
Con la confianza puesta en la Misericordia Divina, los obispos expresan su esperanza de que juntos se pueda “alcanzar la justicia y la paz para esta tierra bendecida con la presencia de nuestra Madre Santísima”.
El apoyo del Episcopado, los Jesuitas y los religiosos de todo México
El intento de diálogo por la paz de los obispos de Guerrero con los miembros de las organizaciones criminales tuvo el respaldo de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), la Compañía de Jesús (Jesuitas) y la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos.
El 15 de febrero, el Episcopado, los Jesuitas y los religiosos mexicanos compartieron un mensaje en conjunto, instando a “no desvirtuar la intención de los obispos en su misión de encontrar caminos de paz en zonas de conflicto”.
El periodo de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que comenzó en diciembre de 2018 y culminará en octubre de 2024, ya es el sexenio más violento en la historia moderna de México, con más de 171 mil homicidios.
Sólo entre el 1 de enero y el 18 de febrero de 2024 se han registrado 3.452 homicidios en México.
El creciente aumento de la violencia en el país ha sido reconocido como una urgencia por parte del Episcopado, los Jesuitas y los religiosos, quienes han enfatizado la necesidad de “dialogar para encontrar caminos que nos conduzcan hacia la paz”.
“Solo a través del diálogo valiente y constante y de la acción intencionada y conjunta podremos superar los desafíos que enfrentamos”, aseguraron.