El 20 de febrero se celebra la fiesta de los hermanos Santa Jacinta y San Francisco Marto, los pastorcitos videntes de la Virgen de Fátima. Su prima Lucía contó que al santo se le presentó un demonio enfurecido y tuvo una impresionante reacción.
Para comprender mejor lo que le sucedió al pequeño San Francisco es preciso recordar lo que indica el Secreto de Fátima, compuesto de tres partes. En la primera y segunda revelación, Sor Lucía indicó que la Madre de Dios les mostró a ella y sus primos el infierno.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
Los pequeños vieron a los demonios y las almas condenadas en medio del horroroso fuego infernal. Además, escucharon los terribles gritos de dolor y gemidos de desesperación que hay allá. “Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes y negros”, indicó Sor Lucía.
Los niños miraron a la Virgen y ella, con bondad y tristeza, les indicó que eso era el infierno, “donde van las almas de los pobres pecadores”. Luego les explicó que para salvarlas, Dios quería establecer la devoción a su Inmaculado Corazón.
En el libro Memorias de la Hermana Lucía se narra un hecho poco conocido que ocurrió, al parecer, cuando ya habían concluido todas las apariciones de la Virgen de Fátima. Sor Lucía contó que cierto día fueron al campo con las ovejas. Francisco se alejó de ellas y se metió en la cavidad de una roca.
Pasado un tiempo, el pequeño empezó a gritar con fuerza. Llamaba a la Virgen de Fátima y también a Jacinta y Lucía. Las niñas se sorprendieron y empezaron a buscarlo. Como no lo veían, le preguntaron dónde estaba y él les contestó diciendo: “¡Aquí, aquí!”.
Cuando lo hallaron, vieron a Francisco de rodillas y temblando de miedo. Le preguntaron qué le había pasado y el pequeño, lleno de espanto, les dijo: “Era uno de aquellos bichos grandes que estaban en el infierno, que estaba aquí arrojando fuego”.
Sor Lucía describe que Francisco no solía ser miedoso, y que incluso se metía en lugares oscuros de noche y jugaba con animales salvajes, como las culebras. Pero en esa ocasión todo fue distinto con el pequeño.
Las niñas no vieron a ningún demonio y por eso Lucía le dijo sonriendo a Francisco: “Tú no quieres pensar nunca sobre el infierno, para no pasar miedo, y ahora eres el primero en tenerlo (miedo)”.
Lucía también enfatizó que cuando Jacinta expresaba su impresión al acordarse del infierno, Francisco le aconsejaba: “No pienses tanto en el infierno. Piensa en Nuestro Señor y en Nuestra Señora. Yo no pienso en el infierno para así no pasar miedo”.