En el primer Domingo de Cuaresma, el Arzobispo de Santa Cruz (Bolivia), Mons. René Leigue Cesarí, se refirió a las tentaciones, haciendo una observación especial sobre los políticos.
En la homilía de la Misa celebrada en la Basílica Menor de San Lorenzo, el prelado recordó que Jesús “fue tentado toda su vida”. Sin embargo, señaló que “el poder de Jesús ha sido para ponerse al servicio de la humanidad”, para curar a los enfermos y asistir a personas necesitadas.
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“Jesús aquí nos da a entender que las tentaciones están siempre ahí”, afirmó. “Satanás es el mal y el mal se presenta de diferentes maneras, y en cualquier momento”.
Una de las tentaciones fuertes, consideró Mons. Leigue, “es el poder, lo que vemos en nuestra realidad, en nuestra sociedad, lo que vemos en nuestro país: una lucha fuerte por el poder”.
“En la vida de Jesús podemos ver que Él tenía todo el poder, toda la autoridad, y lo han reconocido así, como autoridad, como el Todopoderoso, pero nunca impuso su poder para destruir al enemigo, nunca expuso su poder para decir: ‘Aquí soy yo el que mando y ustedes obedecen’”.
“El poder de Jesús se manifestó en el servicio”, destacó. “El poder que uno puede tener es para servir, ayudar a los demás”, insistió.
En ese marco, advirtió sobre quienes “hablan de los pobres, pero muchas veces a los pobres los utilizan de escalera nada más, porque por los pobres, muchos poderosos están donde están”.
Los pobres, señaló el arzobispo, dan su apoyo “para que las cosas vayan bien o mejoren su situación”, pero después “se olvidan de ellos, los utilizan nada más”.
El prelado se detuvo luego en la situación de Bolivia, “un pueblo rico” con posibilidades de estar al nivel de otros países, pero que sin embargo no lo está debido a “esa gran tentación que hay para algunos: tienen las posibilidades de trabajar por otros, pero se miran a sí mismos y agarran todo para sí”, denunció.
En esa línea, expresó su deseo de que los políticos aprovechen el tiempo de Cuaresma para mirar “a esas tantas personas que los apoyaron para que estén ahí, para que trabajen por ellos, no para que les hagan la vida imposible, sino para que les alivianen el camino”.
Finalmente, anheló “que haya reconciliación, que haya trabajo en conjunto por el bien de todos” y llamó a no perder la esperanza, a rezar por nosotros y por los demás, especialmente por quienes más lo necesitan.