En el marco de los 200 años del primer sueño profético de Don Bosco, patrono de la juventud, el Vaticano ha publicado un sello postal con una especial imagen.
De acuerdo a la Agencia de Noticias Salesianas (ANS), un comunicado del Gobierno de la Ciudad del Vaticano precisa que este sueño que Don Bosco tuvo a los 9 años “fue el origen de la vocación” del santo y la “fuente inspiradora de su filosofía educativa impregnada de tres principios: razón, religión y amorevolezza (afecto cercano y respetuoso)”.
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El pequeño Juan Bosco soñó que unos jóvenes blasfemaban y se puso a pelear con ellos para callarlos. Cristo le indicó que la solución no eran los golpes, sino la mansedumbre y la caridad.
En el sueño, luego el Señor le presentó a su Madre. Los jóvenes se convirtieron en animales y, después, en alegres corderos. La Virgen le pidió entonces a San Juan Bosco que haga lo mismo con sus hijos.
En este sentido, el sello conmemorativo del Vaticano tiene una pintura de esta visión mística en la que se ve a varios jóvenes peleando, diversos animales y a Jesús señalando con la mano derecha a la Virgen. Mientras que la Madre de Dios está sosteniendo de la mano al pequeño Juan, quien la mira desconcertado.
Esta obra de arte fue hecha al óleo en 1999 por el pintor Mario Bogani (1932- 2016). Se encuentra en la Basílica Superior del Templo Don Bosco, ubicada sobre el terreno donde nació el santo al norte de Italia.
Por otro lado, el Vaticano también ha emitido una cancelación postal (otro tipo de sello) de forma circular, con un diámetro de 38 milímetros. Allí aparecen Jesús, la Virgen, los corderos y el pequeño Juan durmiendo en su cama. Ambos diseños postales tienen la siguiente frase: “El sueño de San Juan Bosco 1824 - 2024”.
ANS resalta que la importancia de este sueño se puede comprender con las palabras del Papa Francisco, quien con motivo del Bicentenario de Don Bosco en 2015 destacó en una carta a los salesianos que el santo nos anima a una acción pastoral que sea integral para que la persona en su totalidad pueda caminar dirigirse a Dios.
“Don Bosco nos enseña, ante todo, a no quedarnos mirando, sino a situarnos en primera línea, para ofrecer a los jóvenes una experiencia educativa integral que, sólidamente basada en la dimensión religiosa, involucre la mente, los afectos, toda la persona, siempre considerada como creada y amada por Dios”, puntualizó.