Sviatoslav Shevchuk, Arzobispo Mayor en Kiev de la Iglesia greco-católica ucraniana, expresó a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN, por sus siglas en inglés) que “el trauma de la guerra” ha afectado gravemente a la familia, “corazón de la sociedad” del país.
El conflicto entre Rusia y Ucrania comenzó a principios de 2022, con la invasión de las tropas rusas. Desde entonces, el número de fallecidos y otras víctimas de la guerra no para de aumentar “y los efectos a largo plazo en la sociedad también se están haciendo evidentes”, expresó el Arzobispo Mayor a ACN.
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“El futuro de Ucrania y de la Iglesia depende de cómo seamos capaces de responder a esta necesidad de superar el trauma de la guerra”, afirmó.
La Iglesia en Ucrania, indicó el Arzobispo, se ha abocado a atender a los familiares de las personas fallecidas, heridas graves y desaparecidas producto de los enfrentamientos. Según cifras ucranianas, alrededor de 35.000 personas han desaparecido en combate. “La vida de sus familias es una tortura constante”, expresó.
De igual forma, catalogó las desapariciones como “una tortura física y psicológica constante” para los allegados de las víctimas. Y añadió que “hoy la mayoría de las familias viven separadas, porque los hombres están en el ejército y las mujeres con hijos han abandonado sus propias ciudades o incluso el país”.
Shevchuk también resaltó que en 2023 se formaron 170.000 nuevas familias en Ucrania, pero que hubo 120.000 divorcios, lo que representa la cifra más alta de separaciones en toda la historia independiente del país.
“Ayudar a estas personas es un gran desafío para la Iglesia. Muy a menudo no puedes hacer nada más que estar a su lado, llorar con ellos, tomar la mano de esa mujer o de ese soldado que está experimentando dolor. Este es el mayor desafío pastoral para mí y para la Iglesia de hoy”, manifestó.
El Arzobispo Mayor también indicó que, en las regiones ya ocupadas por el ejército ruso, la Iglesia greco-católica ucraniana se ha visto obligada a pasar a la clandestinidad. “Ya no hay sacerdotes católicos en esta parte de Ucrania. Recibimos información de que en Donetsk nuestros feligreses iban a la iglesia a rezar todos los domingos, incluso sin el sacerdote, pero la iglesia fue confiscada y cerrada”, señaló.
Asimismo, recordó el caso de los sacerdotes Ivan Levitskyi y Bohdan Heleta como ejemplo de la persecución a la que se ve sometido el clero en el país. Ambos presbíteros fueron secuestrados por la milicia rusa en noviembre de 2022 y aún hoy se desconoce su paradero.
“¿Están vivos o están muertos? Desde su arresto, no tenemos información”, añadió Mons. Shevchuk.
A pesar de todo, el prelado ucraniano resaltó el papel de ACN en la asistencia humanitaria enviada al país desde el inicio de la guerra, y aseguró que esto les ha permitido “resistir la mayor crisis humanitaria después de la Segunda Guerra Mundial”.
Sin embargo, también manifestó preocupación por el creciente desinterés de la comunidad internacional con respecto a la guerra, precisando que ahora los ciudadanos necesitan desarrollar su propia logística para ayudar a quienes más lo necesitan.
Ucrania ha sido el país más beneficiado por los programas de ACN en los últimos dos años. Han sido más de 600, incluida la construcción de “11 centros para brindar apoyo psicológico y espiritual” a las víctimas de la guerra y la entrega de artículos de primera necesidad.