El Dicasterio para las Causas de los Santos ha dado el plácet para investigar un posible milagro atribuido a la intercesión de una religiosa carmelita descalza, la Hermana Cristina de Jesús Sacramentado, que ya es considerada Sierva de Dios por la Iglesia Católica.
Por el momento, no ha trascendido la naturaleza del hecho que podría ser reconocido como milagroso, pero el vice postulador de la causa, Fray Luis David Pérez, ha afirmado recientemente que “Dios tiene prisa en la beatificación de la Hermana Cristina”.
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Cristina de los Reyes nació en Sevilla el 7 de julio de 1890 y recibió el bautismo tres semanas después. Cuando contaba tres años, su familia se desplazó a Huelva, donde ve morir a dos hermanos suyos, ambos a los pocos meses de nacer. Y, a los 12 años, fallece su madre.
Casado de nuevo su padre, Cristina tuvo cuatro nuevos hermanos. Cuando su padre cayó enfermo, se puso a trabajar para sostener a la familia. Al fallecer también su padre en 1913 entra a trabajar como criada en una fonda, donde permanecerá durante 8 años hasta su ingreso en el carmelo.
Ingresó en 1921 en el Monasterio de la Sagrada Familia en Ogíjares (Granada). El día de la Asunción tomó el hábito y el nombre de Cristina de Jesús Sacramentado. Cuatro años después realizó su profesión solemne.
Pronto le llegó la fama de santidad, aún en vida, pero al mismo tiempo, padeció muchos sufrimientos como incomprensiones y desprecios, también dentro de su comunidad. Así, la fundación del Monasterio de la Santísima Trinidad en San Fernando fue un recomenzar para ella. Allí pasó sus últimos 34 años de vida desde 1946.
Cuando comenzó su estancia en aquél lugar, trató de ser llamada sólo Hermana María, para que no la reconocieran, mientras se desempeñaba como “el cireneo de las prioras” y “mendiga de Jesús”, como ella misma se definió.
Según se detalla en su biografía, la Hermana Cristina habría recibido multitud de dones extraordinarios a lo largo de su vida como “visiones, revelaciones, éxtasis, bilocación” a los que no daba importancia.
Siempre con una salud delicada, en 1965 quedó ciega. El 24 de marzo de 1980, desgastada por la enfermedad, pero “con toda paz y lucidez, besando el crucifijo con fervor e implorando la ayuda de nuestra Madre la Virgen, entregó su alma al Señor”.
Orar, callar y sufrir
Son múltiples los documentos, papeles, estampas y dibujos que pertenecieron a la Hermana Cristina en los que escribió reflexiones en torno a su lema de vida: “Orar, callar y sufrir”.
Entre otras expresiones, decía: “La oración es como la respiración del alma”; “El silencio es la fortaleza del alma, es como una muralla, es el faro de la vida espiritual”; “Jesús de la agonía, haz que yo ame mucho la Cruz y que me abra a ella y que nunca me rinda por pesada que me venga”.
Causa de canonización
La primera biografía sencilla de la Hermana Cristina se escribió en 1996. Al año siguiente, fue nombrada Hija Adoptiva de la Ciudad de San Fernando. Desde 1999, cada 24 de mes, los llamados “Amigos de la Hermana Cristina” se reúnen en la Capilla del Monasterio para celebrar la Eucaristía con la comunidad.
Con motivo del 25 aniversario de su muerte, se organizaron diversos actos, para recordar la figura de la hermana y expandir su devoción. Ese mismo año 2005 se abrió el proceso diocesano, que fue clausurado en 2008. Entonces, se remitió para que siguiera su curso la fase romana del proceso.