Al recibir este sábado a los empresarios y representantes del Confartigianato, Confederación de Artesanos de Italia, el Papa Francisco los alentó a ser artesanos de paz y de una nueva humanidad, cuidando siempre de los más débiles y vulnerables.

En la audiencia realizada en el Aula Pablo VI en el Vaticano, el Santo Padre recordó que la confederación surgió en 1946, “sobre las cenizas de la Segunda Guerra Mundial” y desde entonces “ha conocido notables transformaciones”.

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El Papa resaltó que ese avance, la tecnología tiene un papel que va creciendo, “pero es importante que no termine por sustituir la fantasía del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios. ¡Las máquinas replican también con una rapidez excepcional, mientras que las personas inventan!”.

El Santo Padre resaltó la importancia de las manos del artesano, que participa con ellas de “la obra creadora de Dios. Hacer no equivale a producir. Pone en juego la capacidad creativa que tiene junto con la habilidad de las manos, la pasión del corazón y las ideas de la mente. Sus manos saben realizar muchísimas cosas que los hacen colaboradores de Dios”.

En ese sentido, el Papa Francisco alentó a los presentes a no cansarse de “ofrecer puestos de trabajo y no tengan miedo de incluir a las categorías más frágiles, es decir a los jóvenes, las mujeres y los migrantes”, así como “a los discapacitados”.

“Toda persona debe ser reconocida en su dignidad de trabajador o trabajadora. No cortemos las alas de los sueños de quien quiere mejorar el mundo a través del trabajo y servirse de sus manos para expresarse”, exhortó.

El Pontífice resaltó luego el lugar de los ojos de los artesanos, con los que tienen “una mirada original sobre la realidad. [El artesano] tiene la capacidad de reconocer e la materia inerte una obra maestra antes de realizarla” y así “intuye el destino de belleza que puede tener la materia, lo que lo acerca al Creador”.

Sobre el lugar de los pies de los artesanos, el Santo Padre recordó que le sirve para caminar “el camino del trabajo, del desarrollo de la fantasía, para mejorar los ambientes, las condiciones de vida, las relaciones. Por eso me gusta pensar en ustedes como artesanos de fraternidad”, como el Buen Samaritano del Evangelio, en el que este hombre ayuda a otro que ha sido asaltado y golpeado.

En ese sentido, continuó el Papa Francisco, “podemos convertirnos en compañeros de camino, en medio de la cultura de la indiferencia. Cada vez que damos un paso para acercarnos al hermano, nos convertimos en artesanos de una nueva humanidad”.

Para concluir, el Santo Padre alentó a los presentes a ser “artesanos de paz en un tiempo en el que as guerras dejan víctimas y los pobres no son escuchados. Que sus manos, sus ojos y sus pies sean signo de una humanidad creativa y generosa; y su corazón este siempre apasionado por la belleza. Gracias por el bien que realizan”.