El 9 de febrero se festeja a San Miguel Febres Cordero, religioso de los Hermanos de La Salle. No pudo caminar sino hasta que tuvo una extraordinaria visión mística que lo llevó muy lejos. Sus obras formaron a muchos latinoamericanos y recibió importantes reconocimientos de importantes academias internacionales, pero sus restos fueron profanados.
Francisco Febres Cordero (1854-1910), natural de Ecuador, nació con los pies deformes. De acuerdo al libro Biografía del Siervo de Dios Hermano Miguel cuando el pequeño “Panchito” tenía 5 años de edad se quedó fijamente mirando una canasta de rosas que había en el centro del patio de su casa.
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Su rostro se llenó de alegría y le dijo a una de sus tías: “Ñañita, Ñañita (palabra cariñosa para referirse a las mujeres) ven a ver una linda Señora que está aquí cerca del rosal”. Todos acudieron a observar lo que él señalaba pero no vieron nada. Entonces, el niño empezó a arrastrarse por el suelo tratando de llegar al lugar de la mística aparición diciendo: “¡Mira qué linda es!... Viste un traje blanco y un manto azul... ¿No la ves? ¡Me llama, me quiere llevar”. De pronto el pequeño por primera vez pudo ponerse de pie y dio algunos pasos. Luego la Virgen desapareció.
Los Hermanos de La Salle indican que a pesar de la fuerte oposición de su adinerada familia, en su juventud decidió ingresar a la comunidad de los lasallanos y tomó el nombre de Hermano Miguel.
Sus dotes pedagógicos lo hicieron destacarse como un gran educador. Hizo tan buenos textos educativos para la enseñanza de sus alumnos que luego el gobierno ecuatoriano los introdujo en las escuelas estatales del país. Sus obras traspasaron fronteras y se distribuyeron en otras naciones latinoamericanas.
La Real Academia de la Historia (RAH) resalta que San Miguel Febres llegó a ser miembro de las Academias Nacionales de Ecuador y Venezuela. Además,fue correspondiente de la Real Academia Española. Asimismo, recibió la palma de oficial de la Academia otorgada por el gobierno francés.
En 1907 fue exiliado a Francia por el gobierno anticlerical del presidente ecuatoriano Eloy Alfaro. Luego su congregación lo envió a Bélgica y España, donde partió a la Casa del Padre el 9 de febrero de 1910.
Un artículo publicado en el sitio web Religión en Libertad señala que en 1936 (año en que inició la Guerra Civil Española) un grupo de anticlericales sacó los restos del santo de su tumba. El cuerpo fue profanado e hicieron destrozos.
La República de Ecuador reclamó lo que quedó de sus restos y fueron repatriados, siendo recibidos con gran alegría en 1937 en el país sudamericano.