El próximo 14 de febrero comienza la Cuaresma 2024 con el Miércoles de Ceniza. Fray Nelson Medina, sacerdote dominico conocido por su vasto apostolado en redes sociales, ofrece cinco recomendaciones para ese día.
En diálogo con ACI Prensa, el también doctor en Teología Fundamental recuerda primeramente que “la ceniza que se impone sobre nuestra cabeza o nuestra frente al empezar la Cuaresma tiene un significado bello y múltiple: nos invita al arrepentimiento y la conversión recordándonos la gravedad del pecado, de modo que, a lo largo de esos 40 días, podamos morir a aquello que nos aparta de Dios y abrirnos a su gracia pascual”.
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Por ello, precisa, “es importante valorar este sencillo signo comprendiendo también que nos habla de la fugacidad de la vida. Por eso, podemos preguntarnos qué hacer o no hacer después de recibir la ceniza”.
En cuanto a lo que no se debe hacer, Fray Nelson señala lo siguiente:
1. Jamás tratemos la ceniza como una especie de agüero o fetiche; algo así como que “si no me pude poner la ceniza voy a tener mala suerte”.
2. No tiene sentido repetir este gesto en distintas iglesias, mucho menos si tal repetición se toma de una forma superficial o de entretenimiento.
3. No es buena idea concentrarse en el aspecto puramente externo de la ceniza que nos han impuesto, por ejemplo, fijarse en si la forma de la Cruz quedó bien hecha o apenas reconocible.
4. Si la ceniza se “borra” por accidente o por simple resultado de la humedad o la transpiración, no es necesario recibirla nuevamente: su razón de ser está mucho más en la conversión interior.
5. Por supuesto, no pretendamos conocer de la vida espiritual de una persona sólo por hechos externos como si se pusieron o no la ceniza. A nosotros nos debe bastar con dar buen testimonio de vida cristiana y saber dar razón de nuestra esperanza a quien nos la pidiere, según enseña el apóstol San Pedro.
Fray Nelson añade que lo que sí se puede hacer es sencillo: “Dejar que este elemento visible, mientras dure a lo largo del día, nos recuerde a nosotros y a los que nos rodean que somos católicos, reconocemos nuestra condición de pecadores y no nos avergonzamos de nuestra fe”.